lunes, 20 de abril de 2009

II Domingo de Pascua

FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA
Canto y Oración de Apertura: “Dios, Padre Misericordioso, que has revelado Tu Amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo: Te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu Misericordia, para que en tí, Dios Uno y Trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza. Padre Eterno, por la dolorosa Pasión y Resurrección de tu Hijo, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero. Amen”. Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

Comentario a la fiesta de la Divina Misericordia:
Cuando Dios quiere revelar un mensaje a la humanidad no busca a los más importantes y sabios, sino a los sencillos y humildes que saben ser dóciles a sus inspiraciones y gracias. Este es el caso del mensaje de la Divina Misericordia dado a Santa María Faustina Kowalska. El 22 de febrero de 1931, recibió la primera revelación de la Misericordia de Dios, ella lo anota así en su diario: "En la noche cuando estaba en mi celda, vi al Señor Jesús vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir y, con la otra mano, se tocaba el vestido, que aparecía un poco abierto en el pecho, brillaban dos rayos largos: uno era rojo y, el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor. Mi alma estaba llena de miedo pero también rebosante de felicidad. Después de un rato, Jesús me dijo: “Pinta una imagen mía, según la visión que ves, con la inscripción: "¡Jesús, yo confío en Ti!” Yo deseo que esta imagen sea venerada, primero en tu capilla y después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, pero especialmente a la hora de su muerte. Yo, el Señor, la defenderé como a mi propia gloria”.
¿Y cómo podemos nosotros participar y obtener la misericordia de Dios? Nuestro Señor le señaló cuatro medios concretos a santa Faustina, que son: la Novena a la Divina Misericordia , la Coronilla a la Divina Misericordia, la Hora de la Divina Misericordia y la Veneración de la imagen de la Divina Misericordia. A través de estos actos de piedad, el Señor nos llama a todos a pedir su misericordia. Hermanas y hermanos, Dios quiere que nos acerquemos a Él orando sin cesar, arrepintiéndonos de nuestros pecados y pidiendo que él derrame su misericordia sobre nosotros y el mundo entero.

PRIMERA PARTE: LA DEVOCIÓN A LA DIVINA MISERICORDIA
“Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar, Él puede ayudarme (Papa Benedicto XVI, Salvados en la Esperanza, n. 23; 35).
El tema de la Divina Misericordia está presente durante todo el año litúrgico. La elección del II Domingo de Pascua, que concluye la octava de la Resurrección del Señor, indica la estrecha relación que existe entre el misterio pascual de la Salvación y la fiesta de la Misericordia. La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo son, en efecto, la más grande manifestación de la Divina Misericordia de Dios Padre hacia los hombres, especialmente hacia los pecadores. La fiesta de la misericordia ha de ser no sólo un día de particular veneración de Dios en este misterio, sino sobre todo un día de gracia para todos los cristianos, un día de reconciliación con Dios y con los hermanos por medio del sacramento de la penitencia: “En aquel día quien se acerque a la Fuente de la Vida (Sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía), conseguirá la remisión total de las culpas y de las penas” (Diario, 300). La Comunión ha de ser recibida el mismo día de la fiesta de la Misericordia, mientras que la confesión puede hacerse durante los siete días previos a la comunión o los siete posteriores a ella. Además de esta gracia extraordinaria, el Señor promete: “Derramaré todo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de misericordia. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata serán perdonados” (Diario, 699).

SEGUNDA PARTE: EN LA MISERICORDIA DE DIOS, ESTA NUESTRA VIDA
El apóstol San Pablo nos enseña que “el salario del pecado es la muerte” (Rm 6,23), pero a esa muerte que ha entrado en el mundo por el pecado de un solo hombre, se opone y vence, la gracia de Dios: “Si por el delito de uno solo murieron todos ¡Cuánto más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre Jesucristo, se han desbordado sobre todos” (Rm 5,15). Y esta misericordia de la que nos habla el apóstol, se desprende de Jesucristo Resucitado hacia cada uno de nosotros, como el agua que brota de una fuente de manera inagotable para saciar toda esa sed que permanece en lo más profundo de nuestro interior, y que no puede ser saciada por nadie sino únicamente por nuestro Creador.
Pero lo más interesante es que la misericordia de Dios llega a nuestras vidas de forma gratuita. A propósito de esto, le dijo nuestro Señor a Santa Faustina: “Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible Misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi Misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata. La humanidad no conocerá paz hasta que no se dirija a la fuente de mi Misericordia".

¿Podríamos nosotros creer que la humanidad no conocerá la paz hasta que nos se dirija a la Ffuente de la Misericordia? A muchos cristianos quizás se les haga más fácil creer en un político que creer en el mensaje de la Divina Misericordia que es un mensaje de Dios. Nunca en la historia de la humanidad una ideología política ha sido capaz de lograr lo que el Evangelio cuando los cristianos han sido capaces de confiar plenamente en la Misericordia de Dios. La primera lectura de este domingo, nos presenta un ejemplo sorprendente de cómo la Divina Misericordia transformó por completo la vida de los primeros cristianos: “los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según las necesidades de cada uno” (Hc 2,44). Y algo interesante es que, este testimonio de la presencia de la Divina Misericordia en la vida de los primeros cristianos, hace que otros se convirtieran al Señor: “eran bien vistos de todo el pueblo y día tras día el Señor iba agregando al grupo a los que había de salvar” (Hc 2,47).

Para dialogar:
- ¿Conoce usted el mensaje de la Divina Misericordia que nuestro Señor le confió a Santa Faustina?
- Todos los problemas que nos afligen como personas, familias y sociedad, tienen su origen en el corazón y la conciencia de cada persona ¿Quién considera usted que es capaz de curar la conciencia y el corazón humano?

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