jueves, 30 de diciembre de 2010

AÑO NUEVO, PARROQUIA NUEVA, ¿OBISPO NUEVO?


Por regla general, en la mayoría de diócesis, los obispos suelen hacer cambios de párrocos y vicarios parroquiales entre los meses de diciembre del año en curso y enero del año venidero. Tales cambios suelen hacerse efectivos por medio del otorgamiento de un documento denominado nombramiento.
El punto no es explicar qué cosa sea un nombramiento, sino poner de manifiesto una serie de situaciones que se generan en torno al hecho mismo del nombramiento.
Hagamos primero una constatación. En algunas diócesis los años que un sacerdote funge como párroco o vicario está ya predeterminado. Por tanto, esas diócesis todo sacerdote sabe de antemano cuánto será el tiempo que podrá desempeñar su cargo. El CIC (Código de Derecho Canónico) no establece un tiempo determinado para ser párroco, solamente da un criterio general para los ordinarios y para las conferencias episcopales, sin embargo la media de tiempo oscila entre cinco y seis años. En otras diócesis, el cambio de sacerdotes no está reglamentado por un tiempo preciso, sino que queda a discreción del ordinario. En todo caso el canon 522 del CIC dice: El párroco debe tener estabilidad y por tanto debe ser nombrado por tiempo indefinido; sólo puede ser nombrado por el Obispo diocesano para un tiempo determinado, si este modo de proceder ha sido admitido, mediante decreto, por la Conferencia Episcopal.
Pero, lo interesante es observar la serie de situaciones que se generan cuando se anuncian cambios en una diócesis.
1. LA ESPECULACIÓN Y LOS RUMORES. Incluso antes de que el obispo anuncie los cambios, muchas personas -laicos y sacerdotes- inician a crear rumores acerca de los cambios, diciendo que tal sacerdote o aquel van para esta o aquella parroquia, sin tener un fundamento. En muchas ocasiones, el mismo sacerdote, objeto del cambio, es el último en darse cuenta de su cambio.
2. LAS RAZONES DEL CAMBIO. Un cambio, en el mejor de los casos, puede responder a razones pastorales, otras veces no.
El CIC distingue entre la remoción de párrocos y el traslado de párrocos. El canon 1741 habla de las causas por las que un párroco puede ser legítimamente removido de su parroquia: 1 un modo de actuar que produzca grave detrimento o perturbación a la comunión eclesiástica; 2 la impericia o una enfermedad permanente mental o corporal, que hagan al párroco incapaz de desempeñar útilmente sus funciones; 3 la pérdida de la buena fama a los ojos de los feligreses honrados y prudentes o la aversión contra el párroco, si se prevé que no cesarán en breve; 4 la grave negligencia o transgresión de los deberes parroquiales, si persiste después de una amonestación; 5 la mala administración de los bienes temporales con daño grave para la Iglesia, cuando no quepa otro remedio para este mal.
Sin embargo hay que tener en cuenta los cánones siguientes: 1746 El Obispo ha de proveer a las necesidades del párroco removido, bien confiándole otro oficio, si es idóneo, o mediante una pensión, según lo aconseje el caso y lo permitan las circunstancias. 1747 § 1. El párroco removido debe abstenerse de ejercer la función parroquial, dejar libre cuanto antes la casa parroquial y entregar todas las pertenencias de la parroquia a aquél a quien el Obispo la haya encomendado. § 2. Pero si se trata de un enfermo, que no puede trasladarse sin dificultad de la casa parroquial a otro sitio, el Obispo le dejará su uso, que puede ser exclusivo, mientras dure esa necesidad. § 3. Mientras esté pendiente el recurso contra el decreto de remoción, el Obispo no puede nombrar nuevo párroco, sino que debe proveer interinamente por medio de un administrador parroquial.
En cambio el traslado de párrocos tendría que ser menos complicado. En este particular la razón aducida es el bien de las almas o la necesidad o la utilidad de la Iglesia. Y no dice que el obispo impondrá el cambio al párroco, sino que le propondrá por escrito el traslado, ciertamente aconsejándole que acceda por amor a Dios y y a las almas (cfr. c. 1748). Interesante lo que dice el c. 1749: Si el párroco no está dispuesto a seguir el consejo y las exhortaciones del Obispo, ha de exponer por escrito las razones que tiene para ello. De todos modos, si el obispo quiere mantener su decisión se procede a lo que dice el c. 1750: Si, a pesar de los motivos alegados, el Obispo juzga que no debe modificar su decisión, examinará con dos párrocos elegidos según el c. 1742 § 1 las razones en pro y en contra del traslado; y si aun entonces estima que dicho traslado debe llevarse a efecto, reiterará las exhortaciones paternales al párroco. Y si el párroco se sigue oponiendo, entonces el obispo emite los decretos respectivos y, en fin, se puede llegar a declarar vacante la parroquia (c. 1751).
No obstante la claridad de los cánones precedentes, muchas veces los cambios son impuestos y no se dialogan con el principal implicado. Otras veces hay sacerdotes que le endulzan el oído al obispo para sacar ventaja del período de cambios de parroquia, no importando las condiciones materiales o de salud en que se encuentren sus colegas.
Entre los datos más graves que se dan en el proceso de cambio es que, sacerdotes ávidos de dinero, dejan literalmente barrida la parroquia, llevándose consigo, no sólo la cocinera y el perro, sino también focos, platos y otros enseres de menor cuantía.
Del cambio de obispos es suficiente con decir lo siguiente: que la elección de franciscanos para el episcopado salvadoreño no ha sido la más acertada. Ya nos quedó claro que tienen poder en el Vaticano, si ese era el objetivo buscado. Pero, esa constatación no repara el atraso que arrastra nuestro país en materia de evangelización y promoción de los laicos.
Por querer borrar la memoria testimonial de Mons. Romero, se ha caído en el anti-testimonio más evidente. Es decir, el que condena todo aquello que no corresponda con la propia ideología.
¿Eres uno de esos párrocos que no sabía que iba a ser sujeto de cambio? ¿Te lo contaron las señoras del mercado?
Por favor, ¡no más obispos franciscanos! ¡Ni del Opus!
Ni ninguno de esos que solo hablan y no son efectivos en su trabajo, ni esos que sólo sirven para castigar curas.
Nombren obispos con profunda humanidad, con celo pastoral y de honda espiritualidad. Todo lo demás es política.

miércoles, 6 de octubre de 2010

SACERDOTE LUIS QUINTANILLA AL BORDE DEL CISMA



1. EL CASO LUIS QUINTANILLA
Luis Alberto Quintanilla fue ordenado sacerdote por la diócesis de San Vicente y ha continuado ejerciendo su ministerio, no obstante los problemas disciplinares que ha tenido con los obispos de su diócesis. Mons. Oscar Barahona, por razones que desconocemos, suspendió “a divinis” al P. Luis Alberto Quintanilla, el 19 de mayo del año 2004 (Cfr. Comunicado de Mons. E. Rauda).
Actualmente su nombre aparece en los medios de comunicación –principalmente escritos- vinculado al tema de la explotación minera en El Salvador, concretamente en la zona de Cabañas, en San Isidro, en cuya jurisdicción tiene un centro de explotación minera la empresa canadiense Pacific Rim. Es decir, L. Quintanilla es uno de los sacerdotes que se oponen a la explotación minera en el país.
Según versiones del mismo Quintanilla, él ha sido objeto de por lo menos un atentado contra su integridad personal, en el contexto de la eliminación de los promotores de la protesta contra explotación de la minería metálica en El Salvador.

2. LA NOTICIA DE SU ELECCIÓN COMO OBISPO PROTESTANTE
El lunes, 30 de agosto de 2010, en la edición impresa del diario Co Latino, aparecía una nota redactada por Beatriz Castillo, con el título Ordenarán a obispo bajo la doctrina de la iglesia católica no romana.
Beatriz Castillo deduce –a su modo de ver las cosas- que Quintanilla será ordenado obispo protestante porque la Iglesia Católica lo expulsó de su seno, debido a sus luchas en contra de la explotación de la minería metálica. Así lo dice Castillo: Con el ordenamiento (se refiere a la supuesta ordenación episcopal) se estaría oficializando el funcionamiento de la congregación religiosa según argumentó Quintanilla quien inició con la católica romana (entiéndase la Iglesia Católica), pero tras su cercanía a las comunidades de Cabañas y de trabajar en contra de la minería metálica y los abusos que sufren las comunidades más pobres, fue expulsado.
Castillo estaría considerando que la única razón por la que Quintanilla fue expulsado de la diócesis de San Vicente tiene que ver con su lucha contra la minería metálica y su cercanía a comunidades como Santa Marta, en Ciudad Victoria (Cabañas). La periodista pone entre comillas las siguientes palabras, y se las adjudica a Quintanilla: José Oscar Barahona me suspendió, cuando su auxiliar era José Luis Escobar Alas (ahora arzobispo de San Salvador). Desde entonces ellos dijeron que no me recibirían nunca más.
Castillo sigue diciendo que Quintanilla buscó todos los medios para aclarar su situación con Barahona y Escobar, pero que todo fue en vano. Que influyó también el que Quintanilla expresara públicamente su simpatía por Mons. Romero y que lo dijera en su programa difundido por Radio Victoria (de Ciudad Victoria).
Todos esos factores habrían llevado a Quintanilla a instalar la primera iglesia nacional, que tiene una doctrina similar a la católica pero no romana, que tiene en este momento sedes en Nejapa, Victoria y Sensuntepeque.
Fue con la nota periodística de Beatriz Castillo que se supo públicamente que el sacerdote Luis Quintanilla sería ordenado obispo el día nueve de octubre de 2010. Por otros medios se sabría también que la ceremonia se celebraría en el parque central de Ciudad Victoria.

3. LA REACCIÓN DE LA CURIA EPISCOPAL DE SAN VICENTE
Ante la noticia de la consagración como obispo protestante del sacerdote Quintanilla, aparecida en el periódico Co Latino, Mons. Elías Rauda, obispo ordinario de la diócesis de San Vicente, toma cartas en el asunto. En realidad, como ya lo hizo notar Quintanilla, el proceso jurídico contra él dio inicio con Mons. Oscar Barahona, le dio continuidad Mons. José Luis Escobar y Mons. Rauda está sencillamente heredando el problema.
En un comunicado leído en todas las parroquias de la diócesis el día 26 de septiembre, Mons. Rauda daba una respuesta oficial a la iniciativa del sacerdote Quintanilla. El escrito dejaba claro que El Papa Benedicto XVI no ha nombrado Obispo de la Iglesia Católica al P. Luis Alberto Quintanilla. Y que por el contrario, la ordenación episcopal sin mandato pontificio haría incurrir a Quintanilla en la pena de excomunión, por los delitos sucesivos o concomitantes de herejía, apostasía y cisma. Insiste el documento que Quintanilla no está en comunión con la Iglesia Católica fundada por Jesucristo y gobernada por el Papa Benedicto XVI.

4. LA RESPUESTA DEL SACERDOTE QUINTANILLA
Como era de esperarse, Quintanilla, en su respuesta, niega las acusaciones que le imputa el obispo de San Vicente, dice no ser miembro de la Orden del Magnificat de la Madre de Dios; que es mentira que la iglesia es de los apóstoles de los últimos tiempos, afirmando que él forma parte de una iglesia verdaderamente católica y auténticamente apostólica; en fin sostiene que tampoco es cierto que él haya promovido un cisma, ya que no fue su decisión separarse de la estructura diocesana de San Vicente, sino que fue una decisión del obispo José Óscar Barahona, en confabulación con el clero. Y sentencia: El hecho que no estemos bajo la jurisdicción de Roma, no significa que seamos de una secta como lo afirma el comunicado. Somos una iglesia legítimamente constituida, autónoma y autóctona, parte de la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia. El sacerdote amplía su defensa en siete epígrafes, que se pueden resumir así: 1) el diálogo con los obispos de San Vicente no ha sido bueno, porque ellos evaden la situación; 2) que la consagración episcopal que pretende consumar no la ha buscado él, sino que se la han ofrecido otras iglesias; 3) que la sucesión apostólica no se refiere sólo a Pedro, sino también al resto de apóstoles; 4) -el cuarto es continuación del anterior-; 5) que la consagración episcopal imprime carácter, es decir, una vez que se da no se puede anular por la vía disciplinar; 6) en este punto le resta valor a la práctica de la excomunión y la ve como un “callar conciencias y matar el Espíritu”; 7) argumenta que la disciplina canónica no afecta su comunión con Cristo y con la Iglesia.
5. ALGUNAS PREGUNTAS INEVITABLES
Hasta el momento, así se plantean las cosas. ¿Qué significa el caso Quintanilla para la Iglesia Católica?
Hay una serie de aspectos que sólo las partes en cuestión podrían aclarar:
  1. ¿Es verdad que ningún obispo llamó al sacerdote Quintanilla para solucionar su situación?
  2. ¿Por cuál motivo hacer la ceremonia de consagración episcopal en Cabañas y no en San Vicente? ¿Es menos creíble su figura en la zona de San Vicente? ¿Es más manipulable la gente de Cabañas?
  3. ¿Cuál es el nombre del obispo que consagrará a Quintanilla? ¿Por qué el temor de Quintanilla de declararlo?
  4. ¿Fue el pueblo que eligió a Luis Quintanilla o sus amigos obispos protestantes que lo eligieron a él?
  5. ¿Con cuál autoridad criticaría Quintanilla a los obispos por su modo de proceder, pastoral y político, cuando él mismo quiere ser obispo? ¿No es eso una contradicción?
  6. ¿Es el caso Quintanilla un claro efecto de que la Iglesia Católica, en la persona de sus obispos, no impulsan procesos serios de evangelización?
  7. ¿Quintanilla fue retirado de sus funciones ministeriales sólo por motivos político-ideológicos o existían otros motivos?
  8. ¿Ha cambiado en la diócesis de San Vicente la política represiva que se vive desde su primer obispo o continúa con el presente obispo?
  9. ¿Qué pasaría si todos los sacerdotes que cargan con sanciones canónicas en El Salvador se aglutinaran en un solo frente para oponer resistencia a la Iglesia oficial?
  10. ¿Están pensando los obispos iniciar un serio proceso de evangelización en El Salvador o hay que esperar que se venga otra docena de cismas para hacerlo?
  11. ¿La formación de los futuros sacerdotes es para los obispos una prioridad o es simplemente un reducto, una prolongación de sus posiciones ideológicas?
  12. Cuando Luis Quintanilla fue ordenado sacerdote ¿había concluido satisfactoriamente todos sus estudios de seminario o le faltaban algunos años para ello? ¿Bajo cuáles argumentos lo ordenó Mons. José Oscar Barahona?
  13. Los obispos, ¿escuchan siempre las recomendaciones dadas por los formadores del seminario sobre los candidatos al sacerdocio o hacen, como se dice, lo que ellos quieren?....

jueves, 23 de septiembre de 2010

El relativismo moral también se debe combatir al interno de la Iglesia


El papa Benedicto XVI ha lamentado durante su reciente viaje al Reino Unido que la Iglesia no haya sido "suficientemente vigilante, veloz y decidida" para atajar los numerosos casos de abusos sexuales de menores por parte de miembros de clero. Bienvenido sea ese reconocimiento, aunque llegue demasiado tarde y ya no tenga efecto alguno sobre unos hechos abominables que han dejado un reguero de víctimas inocentes y de familias destrozadas.
Lo que cabría esperar de la Iglesia es que esa falta de contundencia fuera cosa del pasado y que no se perpetuara en el presente: admitiendo que los abusos sexuales de menores no son simples errores o pecados que la Iglesia puede perdonar sino graves delitos que deben ser perseguidos por la justicia y cuyos autores merecen ser castigados. Solo desde esa perspectiva puede confiarse en que su promesa de que "en el futuro seremos más sinceros y transparentes" va más allá de la retórica.
En el escándalo de pederastia que afecta a la Iglesia belga, como antes a la de Estados Unidos e Irlanda, la actitud de la jerarquía católica ha sido su encubrimiento sistemático y, cuando ha sido imposible su ocultamiento, la estrategia ha consistido en excusar este tipo de conductas y despojarlas de su gravísima dimensión delictiva. Se trata de la misma jerarquía que clama contra el relativismo moral que, a su juicio, caracteriza a la sociedad moderna y que, entre otros males, provoca la destrucción de la familia. Pero, ¿qué mayor relativismo moral que el de la Iglesia católica, restando gravedad a los abusos sexuales a menores en su seno y qué mayor destrucción de la familia que la agresión sexual a sus miembros más débiles? Ese relativismo moral explica la actitud ambigua de la Iglesia belga ante los padecimientos infligidos durante décadas por decenas de religiosos a cientos de niños y adolescentes en parroquias, centros educativos e instituciones de acogida: un vago mea culpa que no es ni siquiera una condena moral y que queda lejos de la justicia y de la reparación debidas a las víctimas y a la sociedad.
Los abusos sexuales de menores son delitos comunes perseguibles ante los tribunales de justicia y frente a los que no caben jurisdicciones canónicas ni inmunidades vaticanas. La justicia belga ha decidido investigar y lo que se espera de la jerarquía católica es que colabore en la investigación del delito y la identificación de los autores. Con todas las garantías de la ley, pero sin privilegios ni componendas.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Antonio Rodríguez, el cura que dice no ser "vocero" de las maras y que al mismo tiempo lee sus comunicados


SR
Dada la imprudencia demostrada por el sacerdote pasionista (de la congregación religiosa de ese nombre), el haberlo nombrado para formar parte de las filas de PROBÚSQUEDA ha sido un error. El sacerdote acusa a los medios de desvirtuar sus declaraciones, pero fue él quien los buscó, lo cual no le permite vertir tales declaraciones. El prelado ha dañado la imagen de varias instituciones -PROBÚSQUEDA, a la Congregación de los Pasionistas, y al clero de la Iglesia Católica Salvadoreña-.
La Iglesia Católica debería meditar seriamente sobre el tipo de formación que están recibiendo sus sacerdotes durante el período de estudio anterior a su ordenación. Hace algunos días otro sacerdote (Luis Alberto Quintanilla) ordenado presbítero en San Vicente ha anunciado que se hará ordenar obispo por una iglesia protestante. No hemos salido de un problema y ya vamos entrando en otro.
¿Cuánto hay que esperar y qué otros espectáculos tendremos que ver para que se tome en serio la formación de los sacerdotes católicos?

COMUNICADO A MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y POBLACIÓN EN GENERAL
El camino a la PAZ es el DIÁLOGO
PADRE ANTONIO RODRÍGUEZ LÓPEZ

San Salvador, 8 de septiembre de 2010
En primer lugar, quiero desmarcarme del apelativo de “vocero de las pandillas” el cual fue impuesto por algunos medios de comunicación de manera irresponsable y tendenciosa. Bien decía Pier Paolo Pasolini “No se percatan que la televisión es tal vez aún peor que la escuela obligatoria”. El tratamiento de la noticia ha sido manejado de forma irresponsable y no responde a la problemática que vive el país. La forma de tratar y maltratar la información es otra forma de violencia que afecta al conocimiento de la verdad y nos tiene sometidos a la ignorancia de cómo nos presentan las noticias. Parece que lo único que existe y cómo existe es lo que nos dice y cómo lo dicen lo medios de comunicación. LES PIDO A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE SE INFORMEN Y CONSTRUYAN LA VERDAD, RESPETEN, NO MIENTAN A NUESTRO PUEBLO Y DESMIENTAN EL APELATIVO DE VOCERO QUE ERRÓNEAMENTE HAN DADO A MI PERSONA.Ante esta aclaración EXPRESO:
1. Creo que el camino de la Paz es el diálogo, nuestro país vive un conflicto social del cual los jóvenes son protagonistas como víctimas y victimarios, el camino sólo es el DIÁLOGO. Como decía Albert Einstein: “Es de tontos esperar cosas diferentes haciendo las cosas de la misma manera”. La mima manera, en este caso, se refiere a la violencia y todos sabemos que violencia más violencia, genera Violencia; y violencia más dialogo, genera procesos de construcción de paz.
2. Los jóvenes que pertenecen a las maras y pandillas ya venían hablando y coordinándose de forma conjunta en vías de buscar un tratamiento a los abordajes que violentaban sus derechos tanto en los centros de internamiento como en las comunidades, por prácticas violentas por las fuerzas públicas y por la utilización de funcionarios corruptos vinculados a estructuras de economía criminal. Ante esta situación ellos sólo hacen dos demandas:a.- SER ESCUCHADOS, INCLUIDOS TODOS Y TODAS EN UN DIÁLOGO PARA ENCONTRAR JUNTOS Y JUNTAS LAS SOLUCIONES QUE NOS AYUDEN A DISMINUIR LA VIOLENCIA.b.- VETAR LA LEY DE PROSCRIPCIÓN DE PANDILLAS, POR SER UNA PRÁCTICA DE LOS GOBIERNOS ANTERIORES QUE HA SIDO UN FRACASO. Tesis expresada y estudiada por conferencias y expertos internacionales y reconocido por todos los salvadoreños incrementando los niveles de violencia desde el año 2004.
3. En ningún momento estoy de acuerdo con la violencia y la condeno venga de donde venga y sea ejercida de donde sea ejercida; no apoyo a nadie que violente a otros, pero sí creo en la solución de los conflictos por la vía del diálogo, rehabilitación, reinserción y construcción del tejido social.
4. Es el momento de generar un ACUERDO DE PAZ en donde los firmantes sean todas las juventudes excluidos y violentados. Ellos son los protagonistas del nuevo acuerdo en donde haya equidad, justicia y un pacto económico que genere igualdad. Necesitamos una reforma fiscal para construir El Estado Social que nunca tuvimos y es causa de los procesos de exclusión y de la herencia maldita que el Presidente Mauricio Funes expresó y la cual comparto.

EL CAMINO DE LA PAZ ES EL DIÁLOGO. Yo sólo soy vocero de la PAZ, del DIÁLOGO, no de las pandillas.
P. Antonio Rodríguez López-TerceroDirector del Servicio Social Pasionista –SSPAS-.
ENTREVISTA CONCEDIDA A PERIÓDICO "LA PÁGINA"
¿Quién le dio ese comunicado firmado por pandillas?
Lo dejaron en las afueras de mi institución, no me lo dio nadie

¿Y cómo le da valor a un documento que pudo haberlo escrito cualquiera?
Bueno porque quería que la gente supiera que no eran solo rumores, sino que en verdad existía esa carta

¿Y por qué no lo llevó a la Policía, sino que decidió divulgarlo en los medios de comunicación?
Porque no confío en la policía, incluso hay estadísticas de elementos policiales que han sido acusados por hechos delictivos

¿Pero si nadie le entregó la carta y además dice no confiar en la policía, cómo iba a crear el diálogo?
El diálogo lo vengo construyendo desde hace siete años en este país con mi trabajo con las víctimas, con los excluidos

¿Qué opina sobre su destitución de la Comisión de Búsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos durante el Conflicto Armado?
Estamos ante una situación de autoritarismo, este gobierno es autoritarista, Bueno yo ni sé porqué me han destituido, no me han informado nada… pero la gente tiene miedo a hablar con este nuevo gobierno, tiene miedo a denunciar con este nuevo gobierno… y no necesito estar en la Comisión para trabajar por las víctimas

¿Usted imaginaba que sería destituido?
No, pero yo tenía preparada mi carta de renuncia, pero por motivos de agenda y porque me tuvieron en la Fiscalía cerca de cuatro horas esta mañana no la pude llevar, pero pensaba renunciar por presiones.

¿Qué tipo de presiones, por parte de quién?
Presiones, pero que quede claro que yo no represento a las pandillas, sino a los excluidos

¿Para usted las maras son víctimas o agresores?
Que quede claro que los principales factores y autores de violencia en este país no son las maras, hay otros… pero qué quede claro que yo no soy vocero de pandillas, ni represento a las pandillas

¿Cuáles?

(Bueno muchas gracias se acabaron las declaraciones, gracias señores de la prensa por haber venido)

¿Se quedará en el país o se irá?
No lo sé…

(Bueno gracias señores)

La Iglesia belga reconoce los "errores del pasado" en los abusos a menores


Fuente: EL PAÍS.
La Iglesia católica belga ha reconocido hoy los "errores del pasado" en la gestión de los casos de abuso sexual a menores por parte de religiosos y ha aseguado que va a poner en marcha medidas para atender a las víctimas. Tres días después de la publicación del informe de una comisión formada por la Iglesia , que constató 475 denuncias por abusos sexuales y el suicido de 13 víctimas desde los años 60, el arzobispo de Malinas-Bruselas, André Leonard, ha dicho que "de los errores del pasado deseamos sacar las lecciones necesarias".
La comisión de la verdad belga concluye que "casi cada escuela" encubrió abusos
Las víctimas sexuales de la Iglesia belga exigen justicia
"El capellán me dijo que mi padre me haría lo mismo si lo contaba"
Los caminos (ininvestigables) de Dios

"Queremos comprometernos para una disponibilidad máxima hacia las víctimas", ha añadido el máximo responsable de la Iglesia Católica belga en una conferencia de prensa. Sin embargo, Leonard reconoce que el problema y las emociones que ha generado son "de tal talla que nos es imposible presentar hoy una propuesta detallada". De momento, la Iglesia Católica prevé la creación de un "centro para la curación y la reconciliación de las víctimas", con la participación de una red de expertos, según adelantó el obispo de Amberes, Johan Bonny. También insiste en que la Iglesia va a colaborar en lo posible con la fiscalía federal y el Ministerio de Justicia en los casos todavía punibles o que puedan producirse.
Prescritos, la mayoría
Leonard insiste en que "la mayoría son casos antiguos, que ya han prescrito" desde el punto de vista penal, puesto que se remontan a los años 60, pero invita a que los autores de abusos que aún no hayan prescrito "se denuncien ellos mismos". El arzobispo de Malinas-Bruselas añade que el Vaticano tomará una decisión "en un plazo razonable" sobre la posible expulsión de la Iglesia del ex obispo de Brujas Roger Vangheluwe, quien fue cesado por el Papa en abril tras conocerse que había abusado de un menor -un sobrino suyo- cuando todavía era sacerdote.
El obispo de Tournai, Guy Herpigny, recalca que hace falta "una nueva estructura de colaboración" entre la Iglesia, la Justicia y los expertos en ayuda a las víctimas. También apunta que los casos denunciados en el informe divulgado el pasado viernes eran en su mayoría antiguos, mientras que "los abusos sexuales se siguen cometiendo hoy en todos los niveles de la sociedad".
El informe de la comisión independiente creada por la Conferencia Episcopal belga y encabezada por el psiquiatra infantil Peter Adriaenssens recibió al menos 475 denuncias por casos de pederastia, además de constatar el suicidio de 13 víctimas. Al presentar el documento, Adriaenssens denunció el pasado viernes las "presiones" y la ley del silencio que ha imperado durante décadas en el seno de la Iglesia belga sobre los abusos.

martes, 7 de septiembre de 2010

PREDICAR LA VERDAD, DIFUNDIR LA ESPERANZA, COMBATIR EL MIEDO


Estimado lector, si eres un predicador de la Palabra de Dios, no difundas el miedo, antes bien levanta la autoestima de tus hermanos y hermanas.
En tus predicaciones difunde e insiste en los siguientes puntos:
  1. Los medios de comunicación social de El Salvador son los primeros responsables de difundir el miedo entre la población y de darle espacio a los corruptos -entiéndase los dueños de esos medios- para que se impongan.
  2. El paro decretado por supuestos "mareros" tiene como objetivo primordial desviar la atención de los puntos medulares de la corrupción salvadoreña: los narco-dólares y los narco-diputados.
  3. Invita al pueblo a manifestarse públicamente, a salir a las calles con normalidad, a no tener miedo de que se imponga la racionalidad y la justicia.
Con ello estarías combatiendo en gran manera la corrupción. Si eres un cómplice de los mafiosos comprenderemos los motivos de tu indiferencia.

jueves, 19 de agosto de 2010

AMOAR INVITA A LA CATEDRA MONSEÑOR ROMERO

La Asociación Monseñor Romero (AMOAR)
invita a la Cátedra Monseñor Romero, donde se afrontará el tema:

EL ESTADO SALVADOREÑO
ANTE EL CUMPLIMIENTO DE LAS RECOMENDACIONES
DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
EN EL CASO MONSEÑOR ROMERO.

Ponentes:
José María Tojeira.
Justo Roberto Cañas.

Fecha:
Sábado, 21 de agosto.

Lugar:
Cripta de Catedral Metropolitana.

Hora:
9:00 am.

miércoles, 14 de julio de 2010

El culto público a la Eucaristía en El Salvador: ¿devoción o negocio?


La Iglesia y la Eucaristía son realidades concomitantes, una reclama a la otra. Los Padres de la Iglesia tenían claro que la Iglesia se funda en la Eucaristía; este principio se suele expresar con una frase latina: Ecclesia de Eucharistia (La Iglesia vive de la Eucaristía). Bien lo sabía el papa Juan Pablo II, que dedicó en el año 2003 toda una encíclica a la relación entre la Iglesia y la Eucaristía.

El texto bíblico que suele ser reclamado para fundar la Eucaristía es el de la última cena. En sentido litúrgico coincide con la celebración del jueves santo, que justamente se entiende in coena Domini (en la cena del Señor), dando inicio al triduo pascual, la máxima expresión de la liturgia de la Iglesia.


1.
La necesaria y permanente conversión eucarística
Para saber el auténtico y originario sentido que tiene la Eucaristía hay que retornar al texto bíblico, en este caso Jn 13, 1-15. Hay que leerlo detenidamente para sacar toda la riqueza del gesto realizado por Jesús.

El contexto es la pascua judía, que, como es de esperarse, en Juan está vinculada al tema del amor (v. 1), a la realización de los designios del Padre y en constante dialéctica con el mal (v. 2).

El primer gesto sorprendente se da cuando Jesús se despoja de su vestido de fiesta para ceñirse una toalla, disponiéndose a lavar los pies a sus discípulos.

La Eucaristía supone un constante proceso de conversión para quien participa de ella; una concreta conversión: el despojamiento de todo signo de poder que empañe su sentido originario de servicio.

Este proceso de conversión –como todos los procesos de conversión- no resulta fácil entenderlo y asimilarlo, sobre todo para los que se han habituado a vivir la eucaristía de un modo rutinario y desencarnado.

A tal punto es difícil la “conversión eucarística”, que el mismo texto presenta a Jesús y al príncipe de los apóstoles enfrascados en tremenda discusión. La cuestión se plantea así: No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!. Jesús le respondió: Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte (v. 8). La vivencia eucarística pone a la persona en lo más específico del discipulado. Lleva al creyente a un punto definitorio: “o lo tomas o lo dejas”.

En este segundo gesto –la discusión con Pedro- el evangelista Juan intenta decirle a la comunidad de Pedro, en primer lugar, que la Eucaristía efectivamente es esencial para comprender el mensaje del Maestro; en segundo lugar, que esa esencialidad va entendida como bajar a los hechos concretos del servicio a los hermanos. Es como si el buen Juan le dijera al fogoso Pedro: “tú tienes las llaves, pero no se te olvide que se trata de servir y no sólo de mandar”.

El tercer gesto tiene un perfecto paralelismo con el primero. Jesús se quita la toalla y se vuelve a vestir con su traje de fiesta (v. 12). Como se deduce del texto, no porque un obispo, un sacerdote, o un laico bajen a lavarle los pies al pueblo pierden su dignidad o su status social. Es más, en ese caso su status sería más creíble.

En consecuencia, la Eucaristía configura a la Iglesia desde el servicio al prójimo. Por lo menos esa es la impresión que le queda al lector bien intencionado: Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros (v. 14). Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes (v. 15). En todo caso, si alguien tiene duda de quién sea su prójimo, remítase a la parábola del Buen Samaritano, en la cual queda claro que la investidura sacerdotal y los grados académicos no aseguran el ejercicio de la misericordia (cfr. Lc 10, 25ss.).


2.
La Eucaristía, corazón de la Iglesia
Del texto evangélico de san Juan no es difícil pasar a la connotación litúrgica de la Eucaristía.

La afirmación central al respecto está expresada en n. 1324 del Catecismo de la Iglesia Católica, que encontramos también en el n. 11 de la Lumen Gentium: “La Eucaristía es fuente y cima de toda la vida cristiana”.

La Eucaristía es el corazón de la Iglesia y de la vida cristiana en general. Con una función de diástole y sístole. De sístole porque nos convoca durante la celebración de la Misa y otra de diástole porque nos envía a impregnar el mundo de servicio. Si esta dinámica no se cumple, algo gravemente negativo estará pasando en la relación Iglesia-Eucaristía.


3.
Las caricaturas de la Eucaristía
Como hemos intentado mostrar, la centralidad de la Eucaristía tiene fundamento bíblico y también doctrinal. Pero, ¿es posible que se den reducciones de la riqueza antes indicada?

Del texto bíblico del Evangelio de San Juan se deduce que la Eucaristía no se refiere solamente a las especies eucarísticas, sino que remite a una praxis eclesial y existencial de servicio en la caridad. Es evidente que Jesús primero lava los pies a sus discípulos y sólo después consagra el pan y el vino. Por tanto el gesto de servicio es condición para entender el gesto sacramental, que realizará en un segundo momento.

Ahora bien, dado que Jesús no da algo a sus discípulos, sino que se da a sí mismo. Entonces la Eucaristía, en sentido estricto, es una forma de vida, es un modo de estar en la historia, es una donación de la propia persona. Creo que San Ignacio de Antioquía no tendría reparos en que nos viéramos a nosotros mismos como “hostias vivas” deseosas de testimoniar aquello que hemos recibido como un don de parte de Jesús.

Pero, la tendencia actual en cierta parte de la Iglesia católica salvadoreña es la de acentuar el culto público a la Eucaristía en detrimento de su valor existencial y eclesial, alejándolo del modo como lo veían San Ignacio de Antioquía y toda la tradición patrística-.


3.1 Datos históricos sobre el culto a la Eucaristía
Conviene tener presente que los datos sobre el culto a la Eucaristía aparecen por primera vez en torno a la vida de Santa Dorotea (1394).

Las disputas teológicas en torno a la esencia del sacramento del altar dan inicio en el período pre-escolástico (s. IX) y coincide también con el apogeo del culto a las reliquias (s. X).

Berengario de Tours (1000-1088), negó abiertamente la transformación de los elementos eucarísticos, dándoles solamente un valor simbólico, lo que más tarde el Magisterio de la Iglesia denominará la transubstanciación. Las tesis de Berengario fueron condenadas por varios sínodos y tuvo que someterse a la autoridad de Gregorio VII en 1079. La estable definición de transubstanciación se dio en el IV concilio de Letrán (1215). Ese mismo concilio establece la obligación de la confesión y la comunión anuales.

Los textos patrísticos inculcaron la devoción a la Eucaristía, pero casi siempre lo relacionaban con la celebración de la misa. En cambio la novedad en el período pre-escolástico y escolástico radica en la adoración al santísimo, conservado fuera de la celebración de la misa.

En el siglo XII se da un aumento de la devoción al santísimo, públicamente expuesto. Pero el culmen se alcanza en el siglo XIII con la institución de la fiesta del Corpus Domini. Las primeras acciones que motivaron a su institución se suelen relacionar con una revelación privada del Señor a la beata Juliana de Lieja (1258), según la cual, Cristo mismo pedía una solemne manifestación en honor al sacramento del altar. Examinaron la pertinencia de la revelación el cardenal legado Ugo di San Caro y el archidiácono de Lieja, Jacques Pantaléon de Troyes. La sentencia de los dos personajes fue favorable. De inmediato el obispo de Lieja introdujo la fiesta en su diócesis en 1246.; lo mismo hizo el cardenal Ugo en territorio germano occidental. Mientras tanto, Pantaléon de Troyes, electo Papa en 1261, bajo el nombre de Urbano IV, extiende la fiesta a toda la Iglesia en 1264. Por encargo del Papa, Tomás de Aquino compuso los himnos Lauda Sion y Pange Lingua-Tantum Ergo.


Como es sabido, en los siglos posteriores, la reforma protestante no admitió la presencia real. Como contrapeso, en el s. XVI surge la práctica de las 40 horas eucarísticas.


3.2
Límites y desviaciones del culto a la Eucaristía
Según la doctrina de la Iglesia la reserva eucarística tiene como fin primario la administración del viático y la asistencia a los enfermos. En cambio, la distribución de la Eucaristía fuera de la misa y el culto a la Eucaristía son fines secundarios (cfr. Conc. de Trento, Denz.Sch. 1645; Pío X, Denz.Sch. 3375; Pío XII, Mediator Dei, AAS 39, 1847, 569; S. C. de Sacramentos, Instrucción Quam plurimum, 1 oct. 1949, AAS 41, 1949, 509-510; Instrucción de la S. C. de Ritos, 25 de mayo 1967, n. 49). Sobre la recomendación de no exagerar: Decreta authentica Congregationis sacrarum Rituum, Roma 1898-1927, n. 800. CIC c. 1274. Concilio de Colonia 1452. La Instrucción Eucharisticum Mysterium, n. 61. Instrucción De Sagrada Congregación de Ritos, 3 de septiembre de 1958, n. 47.

El Código de Derecho Canónico actual, cuando habla del culto público a la Eucaristía se muestra más bien moderado, recomienda que “como testimonio público de veneración a la santísima Eucaristía, donde pueda hacerse a juicio del obispo diocesano, téngase una procesión por las calles, sobre todo en la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo (944 § 1). No habla en modo indiscriminado de adoraciones incontroladas al Santísimo. Es más, según el CIC, “corresponde al Obispo diocesano dar normas sobre las procesiones, mediante las cuales se provea a la participación en ellas y a su decoro” (944 § 2).

La impresión que se tiene en la Iglesia salvadoreña es que no existe control claro de parte de algunos obispos con respecto a la difusión de las adoraciones eucarísticas en espacios públicos. Cabe preguntarse si todos los párrocos piden permiso a su obispo cuando invitan a los sacerdotes promotores de las adoraciones públicas del Santísimo. Es más, cabe preguntarse si éstos rinden informe económico a su obispo de cuánto han tenido que pagar a los clérigos y a los ministerios que promueven ese tipo de evento?

Asimismo, es sano preguntarse si no se han puesto a pensar nuestros obispos que con la práctica indiscriminada y desordenada de la adoración al Santísimo se corre el peligro de banalizar su propia esencia. La trivialización del culto a la Eucaristía ¿no será signo de intereses bien distintos a los de promover la teología y la eclesiología del misterio eucarístico?

El aparato mediático de adoración al sacramento fomenta más la evasión y no tanto la convicción. Actualmente, muchos católicos piensan que asistir a una exposición del Santísimo es más importante –por lo que tiene de curativa y mágica- que la celebración misma de la misa. Otros están convencidos que exponer la hostia consagrada día y noche traerá resultados automáticos al proceso de evangelización.

Si la Eucaristía es fuente y culmen de la vida cristiana. Entonces, asistir a la misa debería ser sinónimo de celebrar los logros que nuestras comunidades están realizando en el proceso de la organización pastoral y evangelizadora. Ella misma sería la fuente de la que se nutrirían las comunidades para seguir evangelizando. Pero ¿cómo puede alimentar el proceso evangelizador una visión desvirtuada del sacramento del altar? Uno debería preguntarse cuando participa de la misa: ¿Qué es lo que estamos celebrando? Y ¿para qué? El culto a la Eucaristía no puede sustituir los procesos de evangelización, pues se trata de elementos complementarios no sustitutivos.

Por otra parte, la vida cristiana implica además la participación de los cristianos en la vida social y política. Es un error, dar a entender a las personas sencillas que participar de la misa o en una hora santa no tiene nada que ver con el compromiso de testimoniar la verdad y la justicia en el mundo.

De todos los aspectos negativos mencionados, la caricatura más terrible, la más nociva de todas, es la que ve a pastores de la Iglesia católica cobrando elevadas sumas de dinero por exponer el santísimo. Se ha llegado al punto de ya no querer celebrar la misa, sino simplemente llevar la hostia consagrada y exponerla, pues en el caso que hubiera misa, piden incluso llevarse la colecta. En este caso, el culto a la Eucaristía –en el modo en que lo entienden estos mercaderes de la fe- atenta contra la esencia misma de la Iglesia, íntimamente vinculada a la Eucaristía.

Por consiguiente, estos sacerdotes confunden y reducen la teología de la eucaristía con ese negocio que ellos llaman culto eucarístico.


4.
Desvirtuar la Eucaristía es atentar contra la Iglesia
De todo lo dicho se concluye, en primer lugar, que la Eucaristía es un elemento esencia de la Iglesia y esto es evidente en el amor y respeto que muchos cristianos manifiestan hacia ella.

En segundo lugar, hacemos notar que es nocivo para Iglesia misma el que se manipule ese sentimiento religioso de devoción a la Eucaristía para obtener beneficios materiales. No es un secreto para ningún párroco, que muchas veces se han organizado adoraciones masivas del santísimo con el único objetivo de recoger fondos para construir un salón parroquial, como si la Eucaristía pudiera ser manipulada para fines lucrativos.

De ahí el llamado a recuperar el sentido integral y originario de la teología eucarística y de su equilibrada praxis eclesial.

Para cerrar nuestra nota, dejamos para consideración del lector un par de textos eucarísticos provenientes de escritos patrísticos.

Dejadme ser pasto de las fieras, por las cuales se alcanza a mi Dios. Trigo soy del Señor, y en los dientes de las fieras debo ser molido para convertirme en pan purísimo de Cristo (Ignacio de Antioquía a los cristianos de Roma, s. II).

Estas palabras de Ignacio de Antioquía, causan risa a los negociantes de la Eucaristía, les suenan a mitología del pasado. ¡Claro! Lo únicamente cierto para ellos son sus cuentas bancarias y las fundaciones para lavar el dinero procedente de eso que ellos llaman culto eucarístico. Ustedes son Simón Mago resucitado (cfr. Hch 8, 9-24), le dan al pueblo remedios mágicos no soluciones reales. Y todavía les quedará tiempo para rasgarse las vestiduras cuando algún “Lutero contemporáneo” les escupa la verdad en la cara.


Por tanto, no perdamos de vista las cosas esenciales. Tertuliano solía decir:

Nadie me parecería más desvergonzado que quien con agua ajena es bautizado para otro dios, extiende las manos hacia cielo ajeno a otro dios, se postra en tierra ajena a otro dios, sobre pan ajeno da la acción de gracias a otro dios, de bienes ajenos hace beneficencia con nombre de limosna y de amor por otro dios
(Tertuliano, Contra Marción, s. II).

lunes, 19 de abril de 2010

"Carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo", escrita por el teólogo Hans Küng


Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI, y yo fuimos entre 1962 1965 los dos teólogos más jóvenes del concilio. Ahora, ambos somos los más ancianos y los únicos que siguen plenamente en activo. Yo siempre he entendido también mi labor teológica como un servicio a la Iglesia. Por eso, preocupado por esta nuestra Iglesia, sumida en la crisis de confianza más profunda desde la Reforma, os dirijo una carta abierta en el quinto aniversario del acceso al pontificado de Benedicto XVI. No tengo otra posibilidad de llegar a vosotros.
Aprecié mucho que el papa Benedicto, al poco de su elección, me invitara a mí, su crítico, a una conversación de cuatro horas, que discurrió amistosamente. En aquel momento, eso me hizo concebir la esperanza de que Joseph Ratzinger, mi antiguo colega en la Universidad de Tubinga, encontrara a pesar de todo el camino hacia una mayor renovación de la Iglesia y el entendimiento ecuménico en el espíritu del Concilio Vaticano II.
Mis esperanzas, y las de tantos católicos y católicas comprometidos, desgraciadamente no se han cumplido, cosa que he hecho saber al papa Benedicto de diversas formas en nuestra correspondencia. Sin duda, ha cumplido concienzudamente sus cotidianas obligaciones papales y nos ha obsequiado con tres útiles encíclicas sobre la fe, la esperanza y el amor. Pero en lo tocante a los grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas:
- Se ha desperdiciado la oportunidad de un entendimiento perdurable con los judíos: el Papa reintroduce la plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos y readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas, impulsa la beatificación de Pío XII y sólo se toma en serio al judaísmo como raíz histórica del cristianismo, no como una comunidad de fe que perdura y que tiene un camino propio hacia la salvación. Los judíos de todo el mundo se han indignado con el predicador pontificio en la liturgia papal del Viernes Santo, en la que comparó las críticas al Papa con la persecución antisemita.
- Se ha desperdiciado la oportunidad de un diálogo en confianza con los musulmanes; es sintomático el discurso de Benedicto en Ratisbona, en el que, mal aconsejado, caricaturizó al islam como la religión de la violencia y la inhumanidad, atrayéndose así la duradera desconfianza de los musulmanes.
- Se ha desperdiciado la oportunidad de la reconciliación con los pueblos nativos colonizados de Latinoamérica: el Papa afirma con toda seriedad que estos "anhelaban" la religión de sus conquistadores europeos.
- Se ha desperdiciado la oportunidad de ayudar a los pueblos africanos en la lucha contra la superpoblación, aprobando los métodos anticonceptivos, y en la lucha contra el sida, admitiendo el uso de preservativos.
- Se ha desperdiciado la oportunidad de concluir la paz con las ciencias modernas: reconociendo inequívocamente la teoría de la evolución y aprobando de forma diferenciada nuevos ámbitos de investigación, como el de las células madre.
- Se ha desperdiciado la oportunidad de que también el Vaticano haga, finalmente, del espíritu del Concilio Vaticano II la brújula de la Iglesia católica, impulsando sus reformas.
Este último punto, estimados obispos, es especialmente grave. Una y otra vez, este Papa relativiza los textos conciliares y los interpreta de forma retrógrada contra el espíritu de los padres del concilio. Incluso se sitúa expresamente contra el concilio ecuménico, que según el derecho canónico representa la autoridad suprema de la Iglesia católica:
- Ha readmitido sin condiciones en la Iglesia a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ordenados ilegalmente fuera de la Iglesia católica y que rechazan el concilio en aspectos centrales.
- Apoya con todos los medios la misa medieval tridentina y él mismo celebra ocasionalmente la eucaristía en latín y de espaldas a los fieles.
- No lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana, firmado en documentos ecuménicos oficiales (ARCIC), sino que intenta atraer a la Iglesia católico-romana a sacerdotes anglicanos casados renunciando a aplicarles el voto de celibato.
- Ha reforzado los poderes eclesiales contrarios al concilio con el nombramiento de altos cargos anticonciliares (en la Secretaría de Estado y en la Congregación para la Liturgia, entre otros) y obispos reaccionarios en todo el mundo.
El Papa Benedicto XVI parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia, que de todas formas se ocupa cada vez menos de Roma y que, en el mejor de los casos, aún se identifica con su parroquia y sus obispos locales.
Sé que algunos de vosotros padecéis por el hecho de que el Papa se vea plenamente respaldado por la curia romana en su política anticonciliar. Esta intenta sofocar la crítica en el episcopado y en la Iglesia y desacreditar por todos los medios a los críticos. Con una renovada exhibición de pompa barroca y manifestaciones efectistas cara a los medios de comunicación, Roma trata de exhibir una Iglesia fuerte con un "representante de Cristo" absolutista, que reúne en su mano los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo, la política de restauración de Benedicto ha fracasado. Todas sus apariciones públicas, viajes y documentos no son capaces de modificar en el sentido de la doctrina romana la postura de la mayoría de los católicos en cuestiones controvertidas, especialmente en materia de moral sexual. Ni siquiera los encuentros papales con la juventud, a los que asisten sobre todo agrupaciones conservadoras carismáticas, pueden frenar los abandonos de la Iglesia ni despertar más vocaciones sacerdotales.
Precisamente vosotros, como obispos, lo lamentaréis en lo más profundo: desde el concilio, decenas de miles de obispos han abandonado su vocación, sobre todo debido a la ley del celibato. La renovación sacerdotal, aunque también la de miembros de las órdenes, de hermanas y hermanos laicos, ha caído tanto cuantitativa como cualitativamente. La resignación y la frustración se extienden en el clero, precisamente entre los miembros más activos de la Iglesia. Muchos se sienten abandonados en sus necesidades y sufren por la Iglesia. Puede que ese sea el caso en muchas de vuestras diócesis: cada vez más iglesias, seminarios y parroquias vacíos. En algunos países, debido a la carencia de sacerdotes, se finge una reforma eclesial y las parroquias se refunden, a menudo en contra de su voluntad, constituyendo gigantescas "unidades pastorales" en las que los escasos sacerdotes están completamente desbordados.
Y ahora, a las muchas tendencias de crisis todavía se añaden escándalos que claman al cielo: sobre todo el abuso de miles de niños y jóvenes por clérigos -en Estados Unidos, Irlanda, Alemania y otros países- ligado todo ello a una crisis de liderazgo y confianza sin precedentes. No puede silenciarse que el sistema de ocultamiento puesto en vigor en todo el mundo ante los delitos sexuales de los clérigos fue dirigido por la Congregación para la Fe romana del cardenal Ratzinger (1981-2005), en la que ya bajo Juan Pablo II se recopilaron los casos bajo el más estricto secreto. Todavía el 18 de mayo de 2001, Ratzinger enviaba un escrito solemne sobre los delitos más graves (Epistula de delitos gravioribus) a todos los obispos. En ella, los casos de abusos se situaban bajo el secretum pontificium, cuya vulneración puede atraer severas penas canónicas. Con razón, pues, son muchos los que exigen al entonces prefecto y ahora Papa un mea culpa personal. Sin embargo, en Semana Santa ha perdido la ocasión de hacerlo. En vez de ello, el Domingo de Ramos movió al decano del colegio cardenalicio a levantar urbi et orbe testimonio de su inocencia.
Las consecuencias de todos estos escándalos para la reputación de la Iglesia católica son devastadoras. Esto es algo que también confirman ya dignatarios de alto rango. Innumerables curas y educadores de jóvenes sin tacha y sumamente comprometidos padecen bajo una sospecha general. Vosotros, estimados obispos, debéis plantearos la pregunta de cómo habrán de ser en el futuro las cosas en nuestra Iglesia y en vuestras diócesis. Sin embargo, no querría bosquejaros un programa de reforma; eso ya lo he hecho en repetidas ocasiones, antes y después del concilio. Sólo querría plantearos seis propuestas que, es mi convicción, serán respaldadas por millones de católicos que carecen de voz.
1. No callar: en vista de tantas y tan graves irregularidades, el silencio os hace cómplices. Allí donde consideréis que determinadas leyes, disposiciones y medidas son contraproducentes, deberíais, por el contrario, expresarlo con la mayor franqueza. ¡No enviéis a Roma declaraciones de sumisión, sino demandas de reforma!
2. Acometer reformas: en la Iglesia y en el episcopado son muchos los que se quejan de Roma, sin que ellos mismos hagan algo. Pero hoy, cuando en una diócesis o parroquia no se acude a misa, la labor pastoral es ineficaz, la apertura a las necesidades del mundo limitada, o la cooperación mínima, la culpa no puede descargarse sin más sobre Roma. Obispo, sacerdote o laico, todos y cada uno han de hacer algo para la renovación de la Iglesia en su ámbito vital, sea mayor o menor. Muchas grandes cosas en las parroquias y en la Iglesia entera se han puesto en marcha gracias a la iniciativa de individuos o de grupos pequeños. Como obispos, debéis apoyar y alentar tales iniciativas y atender, ahora mismo, las quejas justificadas de los fieles.
3. Actuar colegiadamente: tras un vivo debate y contra la sostenida oposición de la curia, el concilio decretó la colegialidad del Papa y los obispos en el sentido de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro tampoco actuaba sin el colegio apostólico. Sin embargo, en la época posconciliar los papas y la curia han ignorado esta decisión central del concilio. Desde que el papa Pablo VI, ya a los dos años del concilio, publicara una encíclica para la defensa de la discutida ley del celibato, volvió a ejercerse la doctrina y la política papal al antiguo estilo, no colegiado. Incluso hasta en la liturgia se presenta el Papa como autócrata, frente al que los obispos, de los que gusta rodearse, aparecen como comparsas sin voz ni voto. Por tanto, no deberíais, estimados obispos, actuar solo como individuos, sino en comunidad con los demás obispos, con los sacerdotes y con el pueblo de la Iglesia, hombres y mujeres.
4. La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios: todos vosotros, en la solemne consagración episcopal, habéis prestado ante el Papa un voto de obediencia ilimitada. Pero sabéis igualmente que jamás se debe obediencia ilimitada a una autoridad humana, solo a Dios. Por tanto, vuestro voto no os impide decir la verdad sobre la actual crisis de la Iglesia, de vuestra diócesis y de vuestros países. ¡Siguiendo en todo el ejemplo del apóstol Pablo, que se enfrentó a Pedro y tuvo que "decirle en la cara que actuaba de forma condenable" (Gal 2, 11)! Una presión sobre las autoridades romanas en el espíritu de la hermandad cristiana puede ser legítima cuando estas no concuerden con el espíritu del Evangelio y su mensaje. La utilización del lenguaje vernáculo en la liturgia, la modificación de las disposiciones sobre los matrimonios mixtos, la afirmación de la tolerancia, la democracia, los derechos humanos, el entendimiento ecuménico y tantas otras cosas sólo se han alcanzado por la tenaz presión desde abajo.
5. Aspirar a soluciones regionales: es frecuente que el Vaticano haga oídos sordos a demandas justificadas del episcopado, de los sacerdotes y de los laicos. Con tanta mayor razón se debe aspirar a conseguir de forma inteligente soluciones regionales. Un problema especialmente espinoso, como sabéis, es la ley del celibato, proveniente de la Edad Media y que se está cuestionando con razón en todo el mundo precisamente en el contexto de los escándalos por abusos sexuales. Una modificación en contra de la voluntad de Roma parece prácticamente imposible. Sin embargo, esto no nos condena a la pasividad: un sacerdote que tras madura reflexión piense en casarse no tiene que renunciar automáticamente a su estado si el obispo y la comunidad le apoyan. Algunas conferencias episcopales podrían proceder con una solución regional, aunque sería mejor aspirar a una solución para la Iglesia en su conjunto. Por tanto:
6. Exigir un concilio: así como se requirió un concilio ecuménico para la realización de la reforma litúrgica, la libertad de religión, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, lo mismo ocurre en cuanto a solucionar el problema de la reforma, que ha irrumpido ahora de forma dramática. El concilio reformista de Constanza en el siglo previo a la Reforma acordó la celebración de concilios cada cinco años, disposición que, sin embargo, burló la curia romana. Sin duda, esta hará ahora cuanto pueda para impedir un concilio del que debe temer una limitación de su poder. En todos vosotros está la responsabilidad de imponer un concilio o al menos un sínodo episcopal representativo.
La apelación que os dirijo en vista de esta Iglesia en crisis, estimados obispos, es que pongáis en la balanza la autoridad episcopal, revalorizada por el concilio. En esta situación de necesidad, los ojos del mundo están puestos en vosotros. Innúmeras personas han perdido la confianza en la Iglesia católica. Para recuperarla sólo valdrá abordar de forma franca y honrada los problemas y las reformas consecuentes. Os pido, con todo el respeto, que contribuyáis con lo que os corresponda, cuando sea posible en cooperación con el resto de los obispos; pero, si es necesario, también en solitario, con "valentía" apostólica (Hechos 4, 29-31). Dad a vuestros fieles signos de esperanza y aliento y a nuestra iglesia una perspectiva.
Os saluda, en la comunión de la fe cristiana, Hans Küng.

Traducción: Jesús Alborés Rey

jueves, 11 de marzo de 2010

La carta de Henri Boulad al Papa


Redacción Servidores

Desde hace unos meses esta carta circula en internet. Tiene una lectura cercana a la visión europea de la fe cristiana. El texto ha producido diversas reacciones. Pero llama la atención la diversidad de temas puestos sobre el tapete del debate sobre la Iglesia en el presente histórico. Al final de la entrada indicamos una página web donde le han respondido a Boulad. Así se pueden tener otros puntos de vista al respecto.


SOS por la Iglesia de hoy
Henri Boulad sj, 31-Enero-2010
Fuente: EL ATRIO.

El autor de este grito tiene 78 años. Hace tres años escribió una carta personal al papa, abriéndole su corazón sangrante. Ante la falta de respueta, la ha hecho pública y circula ahora por todo el mundo. Ha hecho bien, porque su análisis es muy certero y debe ser compartido. Nosotros la publicamos ahora -aunque Oriol Domingo hace dos meses que dio noticia de ella en
La Vanguardia- , una vez que hemos podido disponer de la traducción íntegra del texto. No para ahondar la herida sino para urgir remedio.

CARTA PERSONAL de Henri BOULAD SJ AL PAPA BENEDICTO XVI .

Santo Padre:
Me atrevo a dirigirme directamente a Usted, pues mi corazón sangra al ver el abismo en el que se está precipitando nuestra Iglesia. Sabrá disculpar mi franqueza filial, inspirada a la vez por “la libertad de los hijos de Dios” a la que nos invita San Pablo, y por mi amor apasionado por la Iglesia.
Le agradeceré también sepa disculpar el tono alarmista de esta carta, pues creo que “son menos cinco” y que la situación no puede esperar más.

Permítame en primer lugar presentarme. Jesuita egipciolibanés de rito melquita, pronto cumpliré 76 años. Desde hace tres años soy rector del colegio de los jesuitas en El Cairo, tras haber desempeñado los siguientes cargos: superior de los jesuitas en Alejandría, superior regional de los jesuitas de Egipto, profesor de teología en El Cairo, director de Caritas-Egipto y vicepresidente de Caritas Internationalis para Oriente Medio y África del Norte. Conozco muy bien a la jerarquía católica de Egipto por haber participado durante muchos años en sus reuniones como Presidente de los superiores religiosos de institutos en Egipto. Tengo relaciones muy cercanas con cada uno de ellos, algunos de los cuales son antiguos alumnos míos. Por otra parte, conozco personalmente al Papa Chenouda III, al que veía con frecuencia. En cuanto a la jerarquía católica de Europa, tuve ocasión de encontrarme personalmente muchas veces con alguno de sus miembros, como el cardenal Koening, el cardenal Schönborn, el cardenal Martini, el cardenal Daneels, el Arzobispo Kothgasser, los obispos diocesanos Kapellari y Küng, los demás obispos austríacos y otros obispos de otros países europeos. Estos encuentros se producen con ocasión de mis viajes anuales para dar conferencias por Europa: Austria, Alemania, Suiza, Hungría, Francia Bélgica… En estos recorridos me dirijo a auditorios muy diversos y a los media (periódicos, radios, televisiones…). Lo mismo hago en Egipto y en Oriente Próximo.
He visitado unos cincuenta países en los cuatro continentes y he publicado unos treinta libros en unas quince lenguas, sobre todo en francés, árabe, húngaro y alemán. De los trece libros en esta lengua, quizá haya leído Usted “Gottessöhne, Gottestöchter” [Hijos, hijas de Dios], que le hizo llegar su amigo el P. Erich Fink de Baviera.
No digo esto para presumir, sino para decirle sencillamente que mis intenciones se fundan en un conocimiento real de la Iglesia universal y de su situación actual, en 2007.

Vuelvo al motivo de esta carta, intentaré ser lo más breve, claro y objetivo posible. En primer lugar, unas cuantas constataciones (la lista no es exhaustiva):
1. La práctica religiosa está en constante declive. Un número cada vez más reducido de personas de la tercera edad, que desaparecerán enseguida, son las que frecuentan las iglesias de Europa y de Canadá. No quedará más remedio que cerrar dichas iglesias o transformarlas en museos, en mezquitas, en clubs o en bibliotecas municipales, como ya se hace. Lo que me sorprende es que muchas de ellas están siendo completamente renovadas y modernizadas mediante grandes gastos con idea de atraer a los fieles. Pero no es esto lo que frenará el éxodo.
2. Seminarios y noviciados se vacían al mismo ritmo, y las vocaciones caen en picado. El futuro es más bien sombrío y uno se pregunta quién tomará el relevo. Cada vez más parroquias europeas están a cargo de sacerdotes de Asia o de África.
3. Muchos sacerdotes abandonan el sacerdocio y los pocos que lo ejercen aún –cuya edad media sobrepasa a menudo la de la jubilación– tienen que encargarse de muchas parroquias, de modo expeditivo y administrativo. Muchos de ellos, tanto en Europa como en el Tercer Mundo, viven en concubinato a la vista de sus fieles, que normalmente los aceptan, y de su obispo, que no puede aceptarlo, pero teniendo en cuenta la escasez de sacerdotes.
4. El lenguaje de la Iglesia es obsoleto, anacrónico, aburrido, repetitivo, moralizante, totalmente inadaptado a nuestra época. No se trata en absoluto de acomodarse ni de hacer demagogia, pues el mensaje del Evangelio debe presentarse en toda su crudeza y exigencia. Se necesitaría más bien proceder a esa “nueva evangelización” a la que nos invitaba Juan Pablo II. Pero ésta, a diferencia de lo que muchos piensan, no consiste en absoluto en repetir la antigua, que ya no dice nada, sino en innovar, inventar un nuevo lenguaje que exprese la fe de modo apropiado y que tenga significado para el hombre de hoy.
5. Esto no podrá hacerse más que mediante una renovación en profundidad de la teología y de la catequética, que deberían repensarse y reformularse totalmente. Un sacerdote y religioso alemán que encontré recientemente me decía que la palabra “mística” no estaba mencionada ni una sola vez en “El nuevo Catecismo”. No lo podía creer. Hemos de constatar que nuestra fe es muy cerebral, abstracta, dogmática y se dirige muy poco al corazón y al cuerpo.
6. En consecuencia, un gran número de cristianos se vuelven hacia las religiones de Asia, las sectas, la new-age, las iglesias evangélicas, el ocultismo, etcétera. No es de extrañar. Van a buscar en otra parte el alimento que no encuentran en casa, tienen la impresión de que les damos piedras como si fuera pan. La fe cristiana que en otro tiempo otorgaba sentido a la vida de la gente, resulta para ellos hoy un enigma, restos de un pasado acabado.
7. En el plano moral y ético, los dictámenes del Magisterio, repetidos a la saciedad, sobre el matrimonio, la contracepción, el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, el matrimonio de los sacerdotes, los divorciados vueltos a casar, etcétera, no afectan ya a nadie y sólo producen dejadez e indiferencia. Todos estos problemas morales y pastorales merecen algo más que declaraciones categóricas. Necesitan un tratamiento pastoral, sociológico, psicológico, humano… en una línea más evangélica.
8. La Iglesia católica, que ha sido la gran educadora de Europa durante siglos, parece olvidar que esta Europa ha llegado a la madurez. Nuestra Europa adulta no quiere ser tratada como menor de edad. El estilo paternalista de una Iglesia “Mater et Magistra” está definitivamente desfasado y ya no sirve hoy. Los cristianos han aprendido a pensar por sí mismos y no están dispuestos a tragarse cualquier cosa.
9. Las naciones más católicas de antes –Francia, “primogénita de la Iglesia” o el Canadá francés ultracatólico– han dado un giro de 180º y han caído en el ateísmo, el anticlericalismo, el agnosticismo, la indiferencia. En el caso de otras naciones europeas, el proceso está en marcha. Se puede constatar que cuanto más dominado y protegido por la Iglesia ha estado un pueblo en el pasado, más fuerte es la reacción contra ella.
10. El diálogo con las demás iglesias y religiones está en preocupante retroceso hoy. Los grandes progresos realizados desde hace medio siglo están en entredicho en este momento.

Frente a esta constatación casi demoledora, la reacción de la iglesia es doble:
– Tiende a minimizar la gravedad de la situación y a consolarse constatando cierto repunte en su facción más tradicional y en los países del tercer mundo.
– Apela a la confianza en el Señor, que la ha sostenido durante veinte siglos y será muy capaz de ayudarla a superar esta nueva crisis, como lo ha hecho con las precedentes. ¿Acaso no tiene promesas de vida eterna?

A esto respondo:
– No es apoyándose en el pasado ni recogiendo sus migajas como se resolverán los problemas de hoy y de mañana.
– La aparente vitalidad de las Iglesias del tercer mundo es equívoca. Según parece, estas nuevas Iglesias atravesarán pronto o tarde por las mismas crisis que ha conocido la vieja cristiandad europea.
– La Modernidad es irreversible y por haberlo olvidado es por lo que la Iglesia se encuentra hoy en semejante crisis. El Vaticano II intentó recuperar cuatro siglos de retraso, pero se tiene la impresión que la Iglesia está cerrando lentamente las puertas que se abrieron entonces, y tentada de volverse hacia Trento y Vaticano I, más que hacia Vaticano III. Recordemos la declaración de Juan Pablo II tantas veces repetida: “No hay alternativa al Vaticano II”.
– ¿Hasta cuándo seguiremos jugando a la política del avestruz y a esconder la cabeza en la arena? ¿Hasta cuándo evitaremos mirar las cosas de frente? ¿Hasta cuándo seguiremos dando la espalda, crispándonos contra toda crítica, en lugar de ver ahí una oportunidad de renovación? ¿Hasta cuándo continuaremos posponiendo ad calendas graecas una reforma que se impone y que se ha abandonado demasiado tiempo?
– Sólo mirando decididamente hacia delante y no hacia atrás la Iglesia cumplirá su misión de ser ”luz del mundo, sal de la tierra, levadura en la pasta”. Sin embargo, o que constatamos desgraciadamente hoy es que la Iglesia está en la cola de nuestra época, después de haber sido la locomotora durante siglos.
– Repito lo que decía al principio de esta carta: “¡SON MENOS CINCO!” –¡fünf vor zwölf!– La Historia no espera, sobre todo en nuestra época, en que el ritmo se embala y se acelera?
– Toda operación comercial que constata un déficit o disfunción se reconsidera inmediatamente, se reúne a expertos, intenta recuperarse, se movilizan todas sus energías para superar la crisis.
– ¿Por qué la Iglesia no hace otro tanto? ¿Por qué no moviliza a todas sus fuerzas vivas para un aggiornamento radical? ¿Por qué?
– ¿Por pereza, dejadez, orgullo, falta de imaginación, de creatividad, quietismo culpable, en la esperanza de que el Señor se las arreglará y que la Iglesia ha conocido otras crisis en el pasado?
– Cristo, en el Evangelio, nos pone en guardia: “Los hijos de las tinieblas gestionan mucho mejor sus asuntos que los hijos de la luz…”

ENTONCES, QUÉ HACER?… La Iglesia tiene hoy una necesidad imperiosa y urgente de una TRIPLE REFORMA:
1. Una reforma teológica y catequética para repensar la fe y reformularla de modo coherente para nuestros contemporáneos.
Una fe que ya no significa nada, que no da sentido a la existencia, no es más que un adorno, una superestructura inútil que cae de sí misma. Es el caso actual.
2. Una reforma pastoral para repensar de cabo a rabo las estructuras heredadas del pasado.
3. Una reforma espiritual para revitalizar la mística y repensar los sacramentos con vistas a darles una dimensión existencial, a articularlos con la vida.
Tendría mucho que decir sobre esto. La Iglesia de hoy es demasiado formal, demasiado formalista. Se tiene la impresión de que la institución asfixia el carisma y que lo que finalmente cuenta es una estabilidad puramente exterior, una honestidad superficial, cierta fachada. ¿No corremos el riesgo de que un día Jesús nos trate de “sepulcros blanqueados”?

Para terminar, sugiero la convocatoria de un sínodo general a nivel de la iglesia universal, en el que participaran todos los cristianos –católicos y otros– para examinar con toda franqueza y claridad los puntos señalados más arriba y los que se propusieran. Tal sínodo, que duraría tres años, se terminaría con una asamblea general –evitemos el término “concilio”– que sintetizara los resultados de esta investigación y sacara de ahí las conclusiones.

Termino, Santo Padre, pidiéndole perdón por mi franqueza y audacia y solicito vuestra paternal bendición. Permítame también decirle que vivo estos días en su compañía, gracias a su extraordinario libro “Jesús de Nazareth”, que es objeto de mi lectura espiritual y de meditación cotidiana.

Suyo afectísimo en el Señor,
P. Henri Boulad, s.j.
henriboulad@yahoo.com


VEA LAS REACCIONES AL TEXTO EN: INFOCATOLICA.

lunes, 15 de febrero de 2010

"Yo nunca he buscado poder ni hacer carrera". Entrevista con Mons. Gregorio Rosa Chávez


"Yo nunca he buscado poder ni hacer carrera"
El eterno candidato a arzobispo de San Salvador dice no necesitar un cargo mayor para sentirse realizado. Donde está es feliz. Moderado en sus evaluaciones, solo sube el volumen de su verbo cuando valora a sus dos maestros -monseñor Romero y monseñor Rivera- y cuando habla de los que, predicando el evangelio, se dedican a vaciar la billetera de los fieles. Así describe al hermano Toby.

Por Ricardo Vaquerano y Diego Murcia / Fotos: Frederick Meza
Publicado el 14 de Febrero de 2010

A sus 68 años de edad, este hombre nacido en Morazán es un completísimo anecdotario y un cofre con sinfín de detalles sobre la historia del país. Y aunque apenas si mira directo a los ojos cuando responde preguntas y apenas si suelta un par de sonrisas en hora y media de entrevista, compensa con una voz que evoca paz.
Y que su tono llame a paz tampoco es sinónimo de que Gregorio Rosa Chávez esté exento de humor. Como en su pueblo no había mucho que hacer y no había más que primer grado, tuvo que estudiar dos veces el primer grado. Y luego reclama para sí un Récord Guinness como el único salvadoreño que estuvo en todas las reuniones de diálogo por la paz entre 1984 y 1989.
El obispo auxiliar de San Salvador -desde hace tres arzobispos- es hermano del ministro del Ambiente, Herman Rosa Chávez, y encarna una paradoja: la de tener mucho tiempo para hacer lo que quiera y la de no tener suficiente tiempo para hacer lo que quiere. Cuando concedió esta entrevista precisó que disponía de una hora. Al final fue una hora de 90 minutos y entonces, cuando respondía la que él decidió que era la última pregunta, frenó bruscamente y, con un apacible “bueno, gracias”, puso final a una plática que exigía otro par de horas de 90 minutos cada una.

¿Quién es usted, monseñor?
El segundo de nueve hermanos, de los cuales siete somos varones. Una familia que nació en el campo, con un padre sumamente sencillo, de grandes principios y que tuvo una frase que nos quedó como su legado. Nos dijo varias veces: “Yo no les voy a dejar herencia. Eso solo sirve para pleitos. Les dejaré educación. Eso nadie se los podrá quitar”. Y esa frase ha sido una guía para todos nosotros. Murió él y nadie estuvo pensando qué herencia le tocaba. No repartió herencia, pero todos quedamos con los estudios terminados. Soy alguien que nació en un cantón donde solo había primer grado. Aún está la casita donde yo hice mi primer grado. Y como no había nada más que hacer, al siguiente año volví a primer grado. Tengo dos certificados de primer grado. Pocos paisanos tendrán esa curiosidad. Y después me mandó mi papá a un pueblito, llamado Sociedad, para hacer segundo y tercer grado. No había más. Tenía como compañero al coronel Ochoa Pérez, con quien éramos vecinos además. Luego pasé a Jocoro para hacer cuarto, quinto y sexto. Ahí se ve cómo aquel hombre creía en la educación, porque no se contó con que “no hay más aquí” y me llevó a distintos lugares. Entonces me pasé al Seminario San José de la Montaña a hacer séptimo grado hasta terminar como sacerdote. Esa es una síntesis de lo que fue mi camino como estudiante.

¿Cómo llegó a la decisión de meterse al sacerdocio?
Esa es una cosa interesantísima porque yo nunca pensé en eso por mi cuenta, ya que en mi pueblo no había padre. Después llegaba cada mes, pero estaba fuera de ahí, estaba en Jocoro. Y una tarde mi mamá salió con mis hermanos a visitar a su mamá, o sea a la abuela. Quedamos solo mi padre y yo. Aún no había energía eléctrica en el pueblo. Y recuerdo bien cuando me preguntó: “Ya sacaste el sexto grado, ¿qué vas a estudiar?”. Y le respondí: “No sé”. Y él me dice: “Tú tienes para sacerdote”. Bueno, seguimos conversando y me volvió a preguntar qué iba a estudiar. Le dije que para sacerdote, pero fue una respuesta así, casi automática. Él tenía un amigo que trabajaba en una empresa comercial, que era viajero y tenía contactos con sacerdotes. Hizo los contactos para que yo pudiera entrar en el Seminario, pero esperé un año mientras todos los trámites se hacían. Total que perdí un año. Y perdí un año después de sexto grado. Y perdí un tercer año cuando terminé Filosofía. Antes era: uno era bachiller, estudiaba tres años de filosofía, luego cuatro de teología. Entre una etapa y la otra, el obispo me pidió que fuera a San Miguel a ayudarle a monseñor Romero como su asistente en el seminario menor. Él era sacerdote, era 1965. Él llegó a ser obispo en el año 70, por tanto, cinco años antes de eso… Ahí fue cuando nos hicimos amigos con monseñor Romero, donde le conocí más a fondo, que es lo que marcó mucho mi vida.

¿Cuántos años tenía usted y cuántos años tenía él?
Yo nací en el 42. Y él se ordenó sacerdote en el 42. Él nació en el año 17. En ese año él fue ordenado sacerdote, en Roma; y en el año 70, él fue ordenado obispo y yo fui ordenado sacerdote. Son dos fechas que están ligadas. La de mi nacimiento, ligada a la de su ordenación de sacerdote; la de su ordenación de obispo, a la mía como sacerdote.

Estaban predestinados a conocerse.
Realmente fueron vidas que se ligaron mucho porque, en el tiempo de San Miguel, él estaba a cargo de la Catedral, vivía en un convento que se llama Santo Domingo, a cuatro cuadras de la Catedral. Al lado estaba el seminario. Nos veíamos todos los días. Y él tomó mucha confianza. Si tú lees su diario verás que mi nombre aparece con cierta frecuencia. Tuvimos momentos críticos. Aparece en su diario… voy a contar tres momentos. Uno, cuando lo acusan en Roma de un montón de cosas. Él me pide que le ayude a hacer el documento de respuesta al Vaticano. Dos, cuando es el golpe militar del 15 de octubre del año 79, que me pide que hagamos juntos un documento sobre el golpe militar. Y él cuenta y, al mismo tiempo, lee en su diario el texto. Y tercero, frente a las crisis del Seminario cuenta cómo nos reunimos a discutir cómo superar los problemas del Seminario que ponían en conflicto a él con los demás obispos del país. Así que es interesante que en la parte de defenderse ante las acusaciones que le hacen, me pide que esté a su lado. Hay una que no está en su diario, que es cuando muere el padre Rutilio Grande. Decide él, con su clero, una misa única. Es decir, un domingo, no da misa ninguna iglesia de la arquidiócesis, que entonces abarcaba cuatro departamentos –Chalatenango, Cuscatlán, La Libertad y San Salvador-, ni una misa en toda la zona. Solamente la misa frente a la Catedral. Y monseñor invita a la misa por radio, la YSAX, y dice él: “Si alguien no puede ir a misa, yo le dispenso del precepto dominical.”. Lo acompañamos a la Nunciatura el padre Jon Sobrino, el padre Rafael Moreno y yo, y somos testigos de lo que sucede ahí. Nos esperaba el secretario del nuncio. El nuncio no estaba. No esperaba con dos cosas: una grabadora y el Código de Derecho Canónico, que es la ley de la Iglesia. Nos recibe fríamente. Entramos a la salita. Nos sentamos y él aprieta el botón de la grabadora…

… ¿Y qué pensó usted cuando vio eso?...…
Bueno, se escucha la voz de monseñor invitando a la misa y diciendo que quien no pueda ir está dispensado. Y él le decía: “¡Eso no lo puede hacer usted!” Y abre el Código, que era del año 1917 esa edición -hay un nuevo código en el año 1983- y le lee un canon que dice que los fieles tienen derecho a recibir ayuda espiritual de sus pastores. Responde monseñor, pero no están de acuerdo. No hay manera de que se entiendan. La discusión de prolonga pero no se avanza para nada. Y él sale muy triste de la Nunciatura. Nosotros también, nosotros no dijimos nada, solo escuchamos. Pero hay una segunda parte muy hermosa, que está escrita por un sacerdote de entonces, el padre Inocencio Alas, el padre Chencho Alas, y es cómo fue la misa única. Este sacerdote ha hecho un artículo bellísimo donde describe lo que pasó ese día. La plaza llena de gente, muchísimos sacerdotes, monseñor muy nervioso… claro, tenía encima ese regaño y la casa llena y tenía apenas meses de ser arzobispo. Comienza la misa y él siente que el pueblo está cerca de él, que el pueblo le está correspondiendo. Llega el momento de la homilía y monseñor Romero sintió que el pueblo estaba respondiendo a esa palabra. Y dice el padre Alas que monseñor se fue metiendo en el pueblo y dice que, de repente, monseñor se hizo pueblo. Esa frase es bellísima y describe en pocas palabras lo que fue él. “Monseñor se hizo pueblo”. Por lo tanto, esa cruz que pasó en la Nunciatura se convirtió en resurrección en el momento de la celebración. Cuento esto porque no aparece en su diario, aunque el diario lo escribió en el segundo año de su ministerio. Esto pasó en las primeras semanas de su ministerio.

¿Y usted compartía que era válido dispensar a los fieles de que fueran al oficio el domingo?
Es que se puede, es que se puede. No hay autoridad a las cosas imposibles. Que ese es el principio que se utiliza y por eso en las pastorales se puede… en aquel tiempo estábamos con una visión bastante preconciliar en algunos casos y la ley se aplicaba a la letra y no se veía el espíritu de la ley. Y ciertamente, indicaba un desencuentro entre el monseñor que estaba con la gente y el nuncio que estaba, tal vez, al margen de esa dinámica del sufrimiento de la gente. Aparece en las primeras páginas del diario, porque él tiene muchos conflictos con la Nunciatura. Así termina el diario de monseñor. Los últimos días del diario son dramáticos. Yo hice un artículo sobre qué pasa con monseñor cuando le dicen “lo quieren matar”, “le van a matar”... Se lo dicen muchas veces, pero esta es la amenaza que toma en serio cuando falta un mes para que lo maten. Él recibe una llamada telefónica de Costa Rica, del nuncio que estaba allá y monseñor escribe en su diario lo que siente cuando recibe la noticia y el domingo siguiente lo comunica en la homilía a la gente y les pide oraciones para no abandonar a su pueblo. Es lo que pide como gracia. ¡Interesante lo que él pide! Luego yo lo que hice fue tomar dos documentos en mis manos: su diario y las homilías de ahí para adelante. Y entonces, titulé yo ese artículo: “Las cuatro semanas de pasión de monseñor Romero”. Y yo digo que él vivió a presión ese mes, como el Cristo de Pasolini (el de la película de Pier Paolo Pasolini “El Evangelio según San Mateo”)... Ese Cristo va diciendo las palabras mientras va caminando a toda prisa con sus discípulos. Fue un mes intenso. Al final del diario, cuenta él que el nuncio reúne a los obispos, en Ayagualo, para reclamarles que están divididos y pedirles que superen esa crisis. Pero culpa de eso a monseñor Romero. Y él va diciendo, en su diario, cómo fue el diálogo con el nuncio y asegura que él le dijo: “Yo estoy dispuesto a ceder, para que haya paz. Pero no en las cosas esenciales, como sería ser fiel al evangelio y a este pueblo que está sufriendo”. Después hay un nuevo encuentro con el nuncio y él añade una frase a lo que él ha dicho con anterioridad: “A este pueblo, que cuesta tanto que lo comprendan”. Él muere entonces con esa amargura de que no fue comprendido en su intención, en su servicio al pueblo, pero él fue fiel a lo que Dios le tenía y ahí está la pasta de santo y de mártir que había en monseñor. Así es como el diario se abre, con unas páginas donde dice: “El nuncio no entiende” y, al final, la misma idea..., aunque es otro el nuncio entonces. Hay otra cosa interesante y es que a este primer nuncio yo le escribí una carta en el año 94, cuando quedé a cargo de la diócesis por la muerte de monseñor Rivera y escribí, además, al nuncio de Costa Rica pidiéndoles su opinión sobre monseñor Romero, pensando en la causa de canonización. Tenemos las dos respuestas y ambas son muy hermosas. Y la de este primer nuncio que se llamaba Gerada, era maltés, es positiva. Y el nuncio da datos. Habla de la llamada telefónica, confirma lo que monseñor escribe en su diario. Y luego fueron viendo ellos otros aspectos que en su momento no los valoraron.

Fuera de la liturgia y de asuntos administrativos del arzobispado, ¿usted qué tareas tiene?
Quedo totalmente libre, por así decirlo, para que yo vea qué hago. Y ahí vendrían los hobbies.

¿Cuáles son sus hobbies?
Hay una anécdota simpática que la cuento a todos. Cuentan de una sicóloga que hizo el test vocacional a muchachos de bachillerato y hay un muchacho que no sabía realmente el tema. El test no indicó para qué tenía él cualidades y le hizo una entrevista extra. Y le preguntó: “Tú, ¿cómo empleas tu tiempo libre? ¿Cuáles son tus hobbies?”. Y él respondió, “Me gusta desarmar las cosas y después no sé cómo arreglarlas”… “Mira, tienes vocación para político”.

Ja, ja, ja.
Ja, ja, ja. Entonces, así le contesto. Mi hobbie está muy ligado a la comunicación. Yo disfruto, por ejemplo, viendo programas de televisión de tipo informativo o de opinión, revisando periódicos viejos, copiando cosas que llegan por vía electrónica, como las columnas de ustedes, que a veces no las puedo imprimir porque no se abre el archivo; oyendo radio… yo amanezco oyendo Radio Vaticano… Me levanto a las 5 y a las 5:30 estoy oyendo la radio mientras me estoy preparando para la misa, que es a las 6:30. Y yo disfruto con la lectura.

¿Le gusta la literatura?
Me gusta, pero leo poca literatura, porque el tiempo no me da para mucho. Más bien leo cosas de opinión, de actualidad. Cuando voy en un viaje internacional, voy recogiendo periódicos de distintos idiomas, y cuando llego al salón VIP, que a veces me permiten estar en un salón VIP en un aeropuerto, recojo toda la prensa que puedo, en distintos idiomas, y me la llevo para leerla con calma. Y así es como yo descanso, así es como yo disfruto. No soy muy deportista, pero sigo bastante el deporte.

¿Qué es lo que le gusta?
Sobre todo el fútbol.

Seguro sigue al Vista Hermosa.
Resulta que, lo que le pasaba a monseñor Fernando Sáenz cuando era arzobispo, cuando le preguntaron sobra el Barca y el Real Madrid, él contestó: “Mi equipo es el Osasuna”. Ya nadie le volvió a preguntar.

Ja, ja, ja.
Realmente, por razones de origen tiendo a estar pendiente de los equipos del oriente del país, y por razones que no sé cuáles son, estoy pendiente del Barcelona. Quizás fue porque cuando se comenzó a televisarlos fueron los partidos de Barca antes que los del Real Madrid. Algo pasó de eso, pero no sé exactamente a qué se debe esta preferencia. No hago deporte, aunque también me gustaba mucho la natación cuando estaba en el Seminario porque llevaba a los estudiantes pequeños, jóvenes, a paseo cada cierto jueves y les enseñaba lo mínimo de la natación. Yo aprendí de un librito. Y esas cosas se las enseñaba a ellos. Y me encanta nadar pero casi nunca lo hago. Eh, pero eso es todo.

Casi siempre que lo he visto frente a los medios, lo he visto sonriendo poco. Ahora luce un poquitín risueño.
Mucha gente dice a veces que me veo muy viejo cuando estoy frente a las cámaras. Y cuando me ven de cerca ven que no es para tanto. Yo mismo me lo he preguntado. En parte es que uno siente el peso de la palabra que va a decir. Aprendí de monseñor Rivera y monseñor Romero que las palabras tienen un peso. Monseñor rivera tenía una frase: “La verdad tiene una fuerza irresistible. La mentira tiene las patas cortas y persiste mientras la verdad no la alcanza”. Tanto que cuando fundó Tutela Legal, en el año 82, en mayo puso como lema de la oficina “La paz se construye sobre la verdad". Ustedes deben entender eso por su trabajo en El Faro, que es la misma visión que tienen. Monseñor Romero yo lo comparo con David y Goliat, su arma era la palabra, la verdad, una emisora minúscula, que era la YSAX, que la dinamitaron varias veces, un micrófono, ese era todo su arte. Sin embargo, con esa palabra, ese micrófono y esa radio cambió tantas cosas aquí y en el mundo. Yo quizás, cuando estoy frente a los periodistas, siento el peso de cada palabra que voy a decir. Las palabras te comprometen. Recuerdo que cuando mataron a los padres jesuitas estábamos desayunando ese día, 16 de noviembre, con monseñor Rivera, yo vivía en su casa, el arzobispado, y llegó un padre jesuita con la noticia. Fue revelando los nombres de los padres asesinados, nos levantamos inmediatamente, nos pusimos la sotana y nos fuimos para la UCA. Íbamos en un Jeep, por cierto, y yo le dije: "Monseñor, lo que diga al llegar a la UCA es muy importante". Hay una foto impresionante hay cuerpos tirados en la cama, monseñor de pie, yo a su lado, los dos de negro; y él dice estas palabras: "Los asesinos son los mismos que mataron a monseñor Romero". Eso dijo monseñor Rivera. Después vimos los casquillos por todos lados, los mostró el padre Tojeira, conseguimos audiencia con el presidente Cristiani. Fuimos donde Cristiani y monseñor protestó por la muerte de los jesuitas, pidió que suspendieran la cadena de radio que había, insultando a todo mundo, y él describe en su diario. Tocaba el domingo sentar posición ante ese asesinato, había estado de sitio, había censura total de la prensa, nadie podía poner noticias que no fueran censuradas. Hicimos la homilía juntos, los famosos hechos de la semana, ¿se acuerdan ustedes?

Ujum.
Y nos tardamos como dos horas en encontrar la frase para decir cuál era nuestra posición, y la frase fue esta: "Los asesinos son militares, o son personas íntimamente ligadas con militares". Eso le dio vuelta al mundo, aquí no se dijo nada en los medios, no permitieron que se dijera. En el mes de enero vino el cardenal Echegaray de Roma a la jornada de la paz y le dice a monseñor Rivera: "Usted tiene que ir a Roma a decir su verdad". Monseñor no quería ir, le dijo que le conseguía una audiencia con el Papa. Monseñor viajó a Roma, y llegando él a Frankfurt, ve en el periódico la noticia: "Anoche el presidente Cristiani reconoció ante el país que los militares mataron a los jesuitas". Llega monseñor a Roma, ese mismo día, estaba monseñor Rivera con el Papa, y dice: "¿Sabes qué me dijo el Papa? Me saludó, me tocó el hombro, y me dijo: monseñor, ya conozco toda la verdad". Cuento esto para indicar cuál es la fuerza de la verdad, la fuerza de la palabra, y yo, siempre en mi vida, me he regido por ese criterio, y por eso, quizás, soy muy consciente de que cuando uno habla está jugando con algo sagrado y esa homilía nos podía costar la vida. De hecho, estábamos teniendo otros amenazados... monseñor Rivera tenía una frase también, en esa misma línea... los sábados, después de cenar, él jugaba ping pong con el portero de la casa, le encantaba el ping pong a monseñor Rivera, y era apasionado, no le gustaba perder...

Ja, ja, ja...
Luchaba para no perder, pero tampoco le gustaba que le hicieran el favor y que lo dejaran ganar. Después de eso rezábamos el rosario caminando por el parqueo de acá, que ustedes ya conocen, y después discutíamos: "¿Qué vamos a decir mañana?" Preparar los hechos de la semana, discutíamos qué temas íbamos a tocar, y a veces monseñor Rivera me decía: "Por esta nos pueden matar, pero lo tenemos que decir. Y la otra la dice usted". Nos turnábamos en la misa. Era para él normal que podía haber consecuencias, pero era un servicio que había que dar.
¿Y tenían mucha sintonía sobre qué cosas decir?
Total, total, total. Era así: redactábamos juntos el texto, si yo iba a predicar, yo le pasaba el texto para que lo revisara. Lo revisaba caminando a la misa de 8 y decía: "Me parece bien que se haga el comentario". Antes ya se había discutido, en la noche, cómo se iban a exponer las cosas. De hecho, el texto que él predicó el día del asesinato de los jesuitas, lo escribí yo con las ideas que discutimos. Él no era bueno para la computación, entonces, la gente notaba eso y lo comentaba, que era una total sintonía frente a la visión del país y del análisis pastoral de las cosas. Era una manera de llevar juntos la diósesis.

Eran una mancuerna.
Éramos un equipo y él así quiso que fuera. Para mí fue un privilegio estar a su lado y luego el proceso de paz, vino después y me tocó a mí. Es él el que estaba preparando las reuniones, el material y todo, de modo que llevamos juntos el proceso de paz. Totalmente los dos. Duró desde el año 84 al año 89. Comenzamos en octubre del 84 cuando el presidente Duarte anunció en la Asamblea de la ONU que invitaba a la guerrilla al diálogo y pedía a los obispos que prepararan conversaciones. Los obispos se reunieron y decidieron que monseñor Rivera fuera el representante y yo su asistente.

¿Por qué quedó fuera la Iglesia posteriormente?
Ah, es interesante ese punto, pero... brevemente, el diálogo de La Palma, en octubre del 84, Ayagualo un mes después, 30 de noviembre; Nunciatura en el año 87, después entró la ONU, después vino ya Cristiani, vino el encuentro de México y luego el de Costa Rica, ahí estábamos todavía nosotros. En el de México pasó una cosa simpática: Cristiani invitó al diálogo a la guerrilla y me llaman de México los comandantes, que quién va a preparar el diálogo, yo llamé al presidente Cristiani: "No, que ya están avisados", entonces me dijeron: "Si no lo preparas tú, no hay diálogo". Yo pasé al presidente, entonces él propuso que fuera otro obispo que lo preparara, pasé la voz allá: "No, si no vas tú, no hay diálogo". Y yo les respondí: "Si no va este obispo, tampoco voy yo". Es decir, yo vi que si tomaba la actitud partidista era dividir a la Iglesia. Y fuimos los dos. Se entusiasmaron con el diálogo cuando vieron cómo salieron las cosas. Pero en el diálogo de Costa Rica ya estuvo otro porque yo soy el único salvadoreño -y este es un Guinness Record que nunca he reclamado- que estuvo en todos los acuerdos de paz, ningún otro estuvo siempre, del 84 al 89. Cambiaban en ambos bandos los delegados, mientras yo estuve en todos. Entonces, ya en octubre, que fue en Costa Rica, por cierto, estábamos en la casa de retiro de unas monjitas y había, en el tercer piso, el gobierno, en el segundo, la guerrilla; en las escaleras, la policía tica y como quizás ellos no tenían experiencia con cosas de guerra, para que no fueran a pelearse los dos bandos ellos se quedaban en las escaleras. Una noche la guerrilla se escapó al cine, fuertemente custodiada, para ver la película "Romero", que aquí aún no se pasa en las pantallas grandes, aún sigue prohibida la película "Romero" en El Salvador. Ningún cine la pasó. Tanto que aquí hay una anécdota complementaria de Raúl Julia. Raúl Julia vino como observador a unas elecciones y traía la película en formato profesional, pidió una sala de cine para proyectar y hacer un cine foro y ningún cine prestó la sala. Terminó siendo el cinefórum en la UCA, pero antes él pidió estar en la misa del obispo y pidió leer en esa misa las lecturas. A mí me tocó la misa ese día y mucha prensa estaba ahí, porque Raúl estaba presente, por cierto, siendo un artista consumado se trabó varias veces en la lectura, porque estaba muy emocionado... Al final de la misa le digo: "Raúl, ¿quieres decir algo a la gente?" Me dijo que sí y fue al micrófono y dijo: “He venido a dar gracias al pueblo que nos dio a monseñor Romero”. Esa fue la frase de Raúl. Luego añadió cómo esa película cambió su vida y contó anécdotas de cómo tuvo que subir de peso para parecerse a monseñor Romero, porque era más bien delgado. Después supe cómo fue su conversión, cómo fue su muerte, porque el padre que lo atendió me lo contó, un padre puertorriqueño. Ciertamente monseñor Romero cambió la vida de Raúl Julia y de tanta gente; pero qué bonito que quiso hacer ese gesto Raúl de ir a la misa del obispo y leer y que su película no se pasa en ningún cine todavía. Hay una anécdota más ligada a esto: secuestran a un cafetalero, me pide la familia que yo intervenga para que lo liberen, hago las gestiones, voy a verlo, en medio de una plantación de café en el oriente del país. Lo encuentro comiendo su almuerzo con sardina enlatada, frijoles y una tortílla bajo unos cafetos y me dice el comandante: “Lo liberamos si pasan en canal 12 la película “Romero” ”. Entonces le dije que hablaría con Coqui Sedan y me dijo que varias veces le habían pedido la misma cosa pero el gobierno no lo permitía. Total que al final fue una liberación a través de una recompensa económica. Pero lo que pedía la guerrilla era que se pasara la película Romero por la televisión. Se logró por primera vez que se pasara cuando hubo el año 2000 el jubileo, que lo pasó el canal 33 a petición de la Iglesia. Cosas increíbles pero así...

Pero se quedó en que la guerrilla salió fuertemente custodiada a ver la película Romero.
Sí, claro. Hay otra anécdota del día siguiente, porque matan a un militar en Santa Tecla en esa madrugada y llegamos al diálogo después del desayuno y comienza uno de los comandantes pidiendo disculpas por lo que había pasado y que no fuera motivo para que el diálogo se interrumpiera. ¿Qué pasó?, decían los del gobierno. La guerrilla tenía la síntesis de las noticias de la mañana y de los periódicos y el gobierno no tenía nada. Eso siempre fue característica de este diálogo: una guerrilla muy bien informada y un gobierno descoordinado.

Monseñor: entonces usted también tiene como tarea coordinar con el arzobispo lo que van a decir el domingo.
De hecho yo tengo el diario de monseñor Rivera, son ocho tomos, donde él escribió notas pensando en hacer la historia de la iglesia. Era un hombre tan disciplinado que escribió notas aún en la víspera de su muerte. Hay otra anécdota de él, para ver la diferencia con monseñor Romero. Monseñor Rivera comenzaba como arzobispo y vino el Comité de Madres de los Desaparecidos y de los Presos Políticos a ver una queja de que habían capturado a no sé quién. Era la hora del almuerzo y dice monseñor Rivera: “Bueno, ahora toca el almuerzo, veremos después de la siesta qué podemos hacer”. Monseñor Romero era incapaz de eso. Tenía a todo mundo en movimiento en cuanto conocía algo de esto. Él comía a la carrera, comía mal, tenía mala digestión, porque no podía desconectarse. Monseñor Rivera era al contrario: hoy toca comer... y me pedía a mí que me encargara del asunto. Y Tutela Legal, por supuesto, en la parte más técnica.

Monseñor, hay algo que no entiendo: ¿por qué si usted se pone de acuerdo con el arzobispo sobre lo que van a decir el domingo, muchas veces ha parecido que la Iglesia salvadoreña habla con dos bocas distintas, como sucedió varias veces con monseñor Sáenz?Hemos hablado antes de monseñor Romero y de monseñor Rivera. Ese era el método y ese era el estilo.

¿Entonces eso ya no sucedió con los sucesores?
No, no, no, esa era la forma como monseñor Rivera quiso llevar la pastoral; al morir él, viene un nuevo arzobispo con su estilo, pero con monseñor Romero no trabajé como obispo, yo no era obispo, pero sí en la oficina de comunicaciones. Por ejemplo, el comunicado de cuando matan a Rutilio Grande lo redacté yo y lo leí en Catedral el día de exequias, él tenía confianza en mí en el manejo de la palabra, aunque yo no era obispo. Y con Rivera ese era el método que usamos al final de su vida.

Después ya no hubo esa sintonía plena entonces.Ya fue otro método.
En los últimos años como que ha habido una disonancia entre quienes piensan que la Iglesia debe hacer énfasis en los aspectos que tienen que ver con el cielo y los que piensan que debe enfatizarse en los asuntos cotidianos de la gente. ¿Usted qué piensa?
Hay una cosa curiosa y tú lo puedes ver el día que lo matan. Hablo de Romero de nuevo. Al celebrar la misa para la mamá de Jorge Pinto, lee un texto del concilio que responde a tu pregunta. Es el documento 39 sobre la Iglesia en el mundo actual. Un documento que siempre se cita para hablar del tema que me estás planteando. ¿Qué dice ese número? Que la Iglesia, al querer la vida eterna, no se desentiende de los asuntos de la Tierra; al contrario, se esfuerza porque este mundo se parezca más al proyecto de Dios y sea una digna morada de los hijos de Dios. Así lo dice.

¿Cuánta validez sigue teniendo?
En cómo se lleva a la práctica es donde viene la diferencia. Estamos de acuerdo en que la Iglesia tiene que terminar el mundo, desde el evangelio, hacer su aporte. Si está más metida o si replegada, ese es el tema de lo que llaman ya la involución de la Iglesia. Es admirable lo que pasó en Brasil, en el encuentro de Aparecida 2008, se reúnen todos los obispos de todo el continente con el papa Benedicto XVI. Ahí muchos se sorprenden porque esperaban una iglesia que se iba replegar mucho más, pero al contrario, se adelanta, en los documentos finales. Y el papa Benedicto fue categórico en ese punto, y está insistiendo mucho en que los cristianos tenemos que hacer presentes en el mundo los valores en los que creemos, que son los que hacen que la gente pueda vivir en justicia, igualdad, libertad. La palabra está clara, el punto está en cómo se aplica, ahí está la diferencia.

Recordamos un episiodio de hace algunos años, cuando mientras monseñor Sáenz Lacalle hablaba de la oposición a los condones y de aceptar los hijos que Dios le dé a la gente, usted hacía una sugerencia de no votar por el partido que estaba involucrado en el asesinato de monseñor Romero, es decir, Arena.
Hay una cosa más radical en ese punto, fue una carta de monseñor Rivera. Está publicada y se puede consultar. Llamaba a no votar por el partido cuyo fundador había mandado matar a monseñor Romero, eso está escrito. Hay una anécdota que sucedió en la terreza del Seminario, ahí vivía monseñor Rivera en ese momento y yo era rector ahí. Estábamos oyendo los resultados de las elecciones y me dice: "No entiendo a este pueblo: dice que ama a monseñor Romero y sigue votando por Arena."

¿La Iglesia puede hacer ese tipo de proselitismo?
Él lo dijo a nivel privado. Él sintió cuando hizo la carta que debía hacerlo, hay momentos que pueden ser grises, y no solo blanco o negro, y uno tiene que llegar a tomar una decisión, y uno puede llegar a equivocarse en el área de lo opinable. Él sintió que debía decirlo y lo dijo, y no tuvo éxito.

Pero usted lo dijo públicamente.
Hay que ver qué palabras usé, si usé una insinuación, puede ser, pero no una llamada así... él hizo un llamado, lo mío fue mucho más moderado, y hay que ver en qué contexto, si fue en un contexto coloquial, solemne, contexto de opiniones, yo distingo mucho de los géneros.

¿Y eso no le ha acarreado problemas a usted? ¿Que lo llame el nuncio, por ejemplo?
Hay una anécdota del día lunes que amanece en los periódicos una amenaza de muerte contra monseñor Rivera y contra mí. Tengo los recortes del periódico, era el escuadrón Hernández Martínez el que nos amenazaba de muerte, nos daba dos meses para corregir. ¿De qué nos acusaban? De las homilías. "O callan sus homilías o los matamos". Nos daban nos meses para corregir. Curioso que un escuadrón de la muerte estuviera pendiente de las homilías... mandaron a los periódicos a publicarlo, los obligaron... Eso es como la cosa extrema que se ha dado. Igual cuando matan a los jesuitas hay acusaciones contra nosotros en la Cadena Cuscatlán, nos amenazaban de muerte. Uno sabía que eso era parte del servicio.

¿Y no le ha causado líos dentro de la misma Iglesia?
Connotaciones así que se hagan ver en público no, no tengo ni una queja. Es que el papa Juan Pablo tenía una gran confianza en monseñor Rivera, le apoyó en el proceso de paz, en todo el proceso del trabajo por la justicia, quizás eso influyó. Pero además eso es lo que tantos hacen en tantas partes del mundo, solo que tal vez con algunos matices, pero es que la Iglesia levanta la voz en todas partes, la cuestión es cómo pones tú los acentos. Por ejemplo, el tema de la vida. En Estados Unidos hay un partido que defiende a la familia y defiende que el niño nazca, pero tiene la pena de muerte y no le interesa la justicia. Hay otro partido que es muy abierto a lo social pero muy permisivo en el tema del aborto. Ninguno ha logrado una visión global de opción por la vida. Y la Iglesia a veces cae en lo mismo: al optar por la vida te toma un elemento y te lo separa. La vida implica cuatro derechos: el derecho de nacer, por tanto el aborto no; el derecho a vivir dignamente, ahí está todo lo social; el derecho de convivir en una sociedad justa y democrática, ahí viene la democracia participativa; y el derecho de creer y esperar una partida a la trascendencia. Eso es optar por la vida. Hay que ver el paquete completo. Y a veces uno cae en la trampa como Iglesia en que aísla un elemento y entonce aparece el mensaje incompleto. Yo siempre procuro tomar el paquete completo, que es lo que hizo Jesús. Eso cambia todo.

¿Tomar ese paquete completo le habrá costado no ser arzobispo?
Yo estoy feliz aquí como estoy. Nunca he buscado en la Iglesia puestos. El Papa acaba de hablar de eso: que hay gente que busca en la Iglesia poder y privilegios. Habla del carrerismo, de hacer carrera. Yo nunca he buscado poder ni hacer carrera, y eso me hace feliz.

¿Por qué no es arzobispo?
No lo sé. No lo decido yo, je, je, je. Tampoco lo he buscado.

¿Qué sospecha usted?
Los analistas tiene un montón de opiniones, pero a mí eso no me quita el sueño. Siento que hay que dar un servicio y me alegro cuando el servicio se puede dar. A veces se hace en el silencio, y eso hace que la palabra tenga más peso. Uno no sabe si tu palabra está respaldada por una vida, por una experiencia profunda. Eso he aprendido de mis dos maestros, tanto de monseñor Romero como de monseñor Rivera. Eso los hizo grandes, no vemos fisuras en su vida a nivel de que por buscar un cargo de tipo humano hayan hecho concesiones. Cuando yo fui ordenado obispo, el arzobispo de Tegucigalpa, monseñor Óscar Rodríguez, escribió una dedicatoria del obispo de Münster en Alemania, que tenía un lema en latín que, traducido, decía: “Ni por las alabanzas ni por los temores”. A uno lo pueden querer conquistar comprándolo o asustándolo. Yo he tenido la suerte de que la primera tentación nunca la tuve; y la segunda, pues, he tenido maestros tan excelentes que aprendí a confiar en Dios y dejarme conducir por él. Hay una anécdota de monseñor Romero, un documental que aquí no se ha proyectado –lo hizo hace 30 años un periodista suizo-. En ese documental el periodista le pide a monseñor que le permita andar con él una semana, en todas sus actividades. Filmar todo lo que monseñor hace. Y hubo una cosa que le pidió: “Monseñor, vista siempre de blanco”, y él anda siempre con sotana blanca, en todo el documental. Hay una escena ante la iglesia de Aguilares, después de visitar la tumba del padre Rutilio Grande, y le pregunta: “¿Usted no tiene miedo?” Y monseñor responde: “Miedo no, pero temor sí”. Y después dice: “Pero yo no puedo abandonar a las comunidades. Y si algo me pasa, Dios va conmigo. Si algo me sucede, estoy dispuesto”. Así responde él. Es interesante porque lo mismo dice en su diario, cuando le llega la amenaza de muerte, que le cuenta el nuncio desde Costa Rica: “Dios va conmigo, no puedo abandonar a la gente, Dios está conmigo. Uno sabe que está en manos de Dios, y da una tranquilidad tremenda”. Monseñor Rivera me enseñó a ser un hombre tranquilo. Vino la ofensiva y nos quedamos en el Arzobispado. Nos querían llevar a la Nunciatura y nos quedamos aquí. Rodeados de peligro, sin guardaespaldas ni nada. Es un poco una experiencia intensa en algunos momentos, hermosísima todos los días. Gracias a Dios aquí estamos.

¿En qué momentos la Iglesia salvadoreña se alejó o se divorció de la realidad?
Hubo dos momentos a nivel de cómo se entiende la Iglesia a sí misma. Uno en el que se sentía como una sociedad perfecta al lado de la otra que es el Estado. Como dos iguales, pero separados: la Iglesia y el mundo. La segunda parte es la Iglesia en el mundo, esta es la gran diferencia de Vaticano II. Esa es la Iglesia que Jesús nos dejó: en el mundo. Y eso significa encarnación, al estilo de Jesús, que se encarnó desde abajo. Metiéndose con los pobres y siendo pobre. Entonces, mientras la Iglesia mantenga esta visión, todo lo ve muy claro. Estará siempre con los débiles y los aplastados. Pero como algo natural, no como algo demagógico. Y desde ahí va a tratar que esta gente tenga vida plena. Esta es la visión que se recuperó en Aparecida, y está tan clara. Ahora, ahí vienen las estructuras, tradiciones, costumbres, prejuicios, el contexto cultural, todo el pasado, pero esa visión está clara. Y esta Iglesia latinoamericana tiene esa característica desde 1950: una Iglesia que camina con la gente. Y eso ningún continente lo tiene.

¿A usted le satisface cómo la Iglesia salvadoreña acompaña a los más débiles?
Cuando monseñor Romero hizo su primera carta pastoral como arzobispo, ahí está su utopía de Iglesia. Sin utopía no se puede vivir. Y la utopía de monseñor Romero es la de los jóvenes latinoamericanos. En el documento de juventud de Medellín, en el número 15 está descrita esa Iglesia. El texto dice: ¿qué quieren los jóvenes? Que se presenta cada vez más nítido el rostro de una Iglesia pobre, misionera y pascual. Libre ante todo poder temporal y audazmente comprometida de todo hombre y de todos los hombres. Esa fue su utopía de Iglesia. Entonces yo mido con esa utopía la Iglesia en cualquier parte del mundo. Él muere y nos deja esa Iglesia. Y eso es lo que el mundo entero admira cuando él muere. ¿Qué Iglesia nos dejó? Y yo me pregunto: ¿de esa herencia cuánto nos queda? ¿Cómo la hemos cuidado? ¿Qué precio tiene cuidarla? Ahí entra la cuestión de cómo se vive la Iglesia en cada momento.

¿Cuánto nos queda de esa herencia?
No la tenemos completa. Monseñor Rivera la trató de conservar con su estilo, que fue lo primero que dijo en su primera homilía. Dijo: “Yo no soy monseñor Romero, él es irrepetible”. Así comenzó monseñor Rivera su homilía cuando llegó como arzobispo. Entonces él vio esa herencia. Yo creo que en estos 30 años de la muerte de monseñor tenemos que hacernos una pregunta: “¿Cómo recuperar esa herencia? ¿Cómo potenciarla?” Porque, ciertamente, la hemos ido, de cierto modo, perdiendo. Cuánto, cada uno dirá, pero no es la misma Iglesia que nos dejó monseñor… además el contexto es diferente, que eso también ayuda. Como que es más fácil ser valiente cuando uno no arriesga el pellejo. Con los periodistas se nota cuando ya comienzan a echar barriga. Porque las carreras de antes son las que les hacían sentirse que la vida valía la pena. Ya cuando ya están instaladitos, pues ya…
¿Quién fue o quién ha sido su referente?
Fijate que todos tenemos modelos sacerdotales. El caso mío el referente que yo tenía es el sacerdote que me recibió cuando quise entrar al seminario. Era el mejor amigo de Romero, se llamaba Rafael Valladares. Lo conocí en el año 56, yo tenía apenas 13 años, lo visité en San Miguel, un hombre tan fino siempre conmigo. Era un hombre sumamente inteligente, compañero de Romero en Roma. Él llegó a ser obispo en ese mismo año en noviembre, obispo auxiliar de San Salvador. Estando aquí ya yo como estudiante visitaba a Valladares en su oficina en el arzobispado, que entonces era frente a la Iglesia El Rosario, que tenía piso de madera y lámina y había un parqueo ahí. Murió prematuramente Valladares y en el año 65 ya me tocó estar con monseñor Romero en San Miguel. Ahí nació la amistad y a partir de entonces, digamos, ya fue mi modelo. En los años 60s, yo llegué a San Miguel y él aún era párroco en la catedral, me invitó a cenar en la parroquia de Santo Domingo y estaba oyendo radio Vaticana, en un radio Philips, y me invitó después a la sacristía. Él inauguraba la oración de la mañana, aún no había casetes. Él tenía sus papeles, encendió su grabadora, tomó su micrófono, yo estaba de pie a su lado y de repente dice: está conmigo un seminarista, se llama Gregorio Rosa y les va a decir unas palabritas, y me pasa el micrófono y el carrete seguía... y yo dije cualquier cosa, él siguió grabando, terminó y me dice: te salió bonito. Fue como mi bautismo como comunicador. La otra anécdota, ya siendo él arzobispo, sería el año 78 quizá, me dice una mañana: "Me piden unas monjas que les hable de su fundadora, pero yo no tengo tiempo, graba tú algo para ellas", y yo le respondí: “Pero a usted lo quieren oír, no a mí”. "Es que no tengo tiempo para preparar". Y yo le repliqué que no tenía que preparar, yo le hago unas preguntitas y verá que le sale bien. Me dijo que le parecía bien. Él tenía un pequeño estudio a la par de su oficina, yo le hice las preguntas, grabamos media hora y me dice: “Hagamos esto cada semana para la radio”, y así nació el programa de radio de los miércoles que se llamaba Sentir con la Iglesia. El programa tenía un formato atrevido, preguntas impertinentes... sólo que yo llevaba mi lista de preguntas, con preguntas candentes y discutíamos cómo las podíamos abordar. Después íbamos al estudio, yo hacía las preguntas, él era el operador de sonido en la consolita Philips, con dos micrófonos. Escogimos juntos un tema musical y él manejaba los volúmenes, respondiendo y cuando no le gustaba la respuesta que había dado, o se le había enredado la lengua, retrocedíamos el carrete y repetía la respuesta. Al aire se sentía como que si fuera en vivo y la gente se asustaba de cómo yo tenía el atrevimiento de preguntarle de forma así tan directa, cosas tan difíciles. Pero no sabían que este era el método que usábamos, ahí va entrando mayor sintonía en esos años. Hay una tercera cosa, los domingos cuando él predicaba, yo estaba en mi oficina tomando nota de lo que me iba diciendo. Después, a veces, comentábamos la homilía, porque él estaba muy pendiente de su palabra, y qué contenía su palabra, y discutíamos tal cosa qué dijo. Cuando él predicó el 23 de marzo del 80, y yo escuché la frase, la parte final, cuando llamó a los soldados, yo sentí que era su sentencia de muerte. Al día siguiente lo mataron. Así que... ese fue un referente para mí, lo sigue siendo, por la coherencia total que mantuvo, por esa pasión por la palabra que siempre tuvo él, desde que yo lo conocí como sacerdote era admirado por eso en el oriente del país.

¿Cómo es la Iglesia ahora? Hace años se dice que hay crisis de vocación sacerdotal y que las iglesias protestantes están ganando ese terreno.
Mmm... fíjate que curiosamente es cuando más seminaristas tenemos. Tanto que hemos inaugurado un nuevo seminario en Santiago de María porque ya no caben los de Filosofía en Santa Ana. O sea, hay más sacerdotes que nunca y más seminaristas que nunca. Pero es verdad que ha habido mucho éxodo. Hay una cosa muy curiosa y yo lo planteo como pregunta. Se decía que la Iglesia por andar aquí en política la gente se le iba. Sin embargo el crecimiento de las iglesias evangélicas viene después de monseñor Rivera para acá, cuando la Iglesia ya está menos metida en política, por decirlo así. Esa es una pregunta interesante para los investigadores porque uno podría esperar que una Iglesia más tranquila, más calmada, más "potable", pues, tendría un montón de clientela. Pero, ¿cómo se explica que en la nueva época la gente se está yendo? Esa es una respuesta como polémica. Una respuesta menos polémica es que las sectas llenan los vacíos que nosotros dejamos. Un vacío que tú dejas, lo llenan ellos. Entonces si no hay una actitud misionera en nosotros, de estar presente donde la gente está, sentir la iglesia cerquita, pues van a buscar una respuesta en otro lado. Hay templos evangélicos en cualquier champita, en cualquier cuartito y la gente ve un lugar donde puede encontrarse con Dios. Nuestro templo está a 3 kilómetros, cerrado casi todo el día, eso es otro elemento, pero también otro elemento es que la gente está angustiada. Busca soluciones fáciles y mágicas, ahí se las prometen muchas veces.

¿Y qué vacío llena alguien como el hermano Toby, por ejemplo?
Ese tema se llama ya la religión como negocio.

¿Por qué?
Porque lo que interesa es vaciar la cartera de los fieles. Hay un juego de palabras que yo hago, un poco irreverente, pero lo voy a hacer: hay un grupo, que se supone que es ecuménico, que se llama “Los hombres de negocio del evangelio completo”. Es un grupo internacional que se reúne en los hoteles, la gente va de distintas congregaciones, comparten, hacen contactos y después se pueden hacer negocios. Entonces yo digo que son los hombres que hacen negocio completo con el evangelio. Eso es lo que se llama “el evangelio de la prosperidad”. Ese es el título técnico que se le da a ese tipo de iglesias, que predican el evangelio de la prosperidad. Tú puedes buscar en el archivo del canal 6 una entrevista del Hermano Toby con Julio Rank, cuando este era periodista. Es totalmente reveladora. Hay otra entrevista que le hace Narciso Castillo a Toby en el canal 33, en La otra cara. En la primera, que esa es la más interesante, le pregunta Julio Rank por la gente que se hace tobista y responde el pastor: “Cuando alguien viene a la iglesia al principio se burlan de él. Ya te fuiste con Toby. Después de un tiempo lo ven con respeto. Después le piden consejo y cuando lo ven con carro nuevo quieren venirse con nosotros”. Así dijo él. Pueden ver la grabación. Describió perfectamente su metodología. Luego, cuando le pregunta Nacho Castillo a Toby le dice: “Reverendo, cuando usted va a un banco, ¿cómo lo llenan de atenciones los gerentes?”. Y dice: “Yo no voy a los bancos, los bancos vienen a mí, y de hecho llegan con caja de seguridad a recoger la colecta del fin de semana”. O sea, eso se llama el evangelio de la prosperidad. Y si uno analiza sus mensajes, él habla en esa entrevista con Julio Rank de las colectas. Y le pregunta Julio: “¿Usted recoge mucho dinero?” Y él responde: “La gente es muy generosa y yo les digo que Dios les va a dar más de lo que ellos dan y cuando me dicen que no obtuvieron lo que pedían, les digo es que te falta generosidad”.

¿Para usted qué significa que el hermano Toby ande con guardaespaldas, por ejemplo?
Ahí se ve dónde está Jesucristo. Monseñor Romero nunca admitió eso, ¿se acuerdan ustedes? Entonces ya tú diste la clave de interpretación. ¿Quién es el que realmente es discípulo de Jesucristo? El que imita a Jesucristo, y Jesucristo tampoco permitió que lo cuidaran de esa manera. Monseñor Romero tampoco lo admitió. Monseñor Rivera tampoco lo admitió. Entonces ese es un signo de autenticidad. Pero lo llamativo es, ¿por qué tanto éxito?

Porque de lo más reciente que se conoció públicamente fue que estuvo preso en Estados Unidos.
Y eso lo convirtió en gran éxito. Eso lo usan mucho los predicadores que hacen negocio completo con el evangelio. Pero eso no es Jesucristo, ahí no está el Señor.

¿Pero qué pasa con otras cosas que...?
No, pero no terminé la reflexión. Cuando él llegó de regreso, lo recibieron como al Papa. Yo vi pasar el cortejo por el Bulevar Venezuela porque yo venía de por ahí. Los jefes de policía de entonces estuvieron en el culto. Tanto que después se les criticó por estar ahí totalmente incondicionales del reverendo. El director de la policía de entonces... eso también está registrado. Entonces convirtieron aquella detención en una victoria, en un triunfo. Esa es el arte de…

Para seguir con la Iglesia y la realidad. ¿Cuál piensa usted que debería ser la actitud de la Iglesia en el tema de la homosexualidad?
Es que hay dos números del catecismo y a veces solo leemos uno. Un número explica qué dice la Biblia sobre la homosexualidad y otro que dice lo que es la misericordia. Y los dos están en el mismo catecismo y a veces solo se lee uno y no se lee el otro. Lo que dice es de sumo respeto a estos hermanos y de una gran cercanía. De hecho, cuando llevamos las firmas a la Asamblea, yo acompañé al arzobispo y lo esperaban a la salida de la reunión con los diputados dos representantes bien conocidos de hombres y mujeres y hubo un diálogo ahí con ellos. Monseñor fue muy sereno, no se dejó provocar y prometió una pastoral para homosexuales, ¿verdad? Lo prometió y él desea eso. O sea que antes se veía esto como una cosa que era pecado en sí mismo. Hoy ya con los conocimientos de la sicología, etcétera, se distingue lo que es una inclinación y lo que es algo que viene ya de naturaleza y cómo manejar eso es el tema. El problema se plantea ya a nivel práctico. Por ejemplo el acceso al sacerdocio, ¿verdad? El matrimonio, pero a nivel de principios son los dos elementos, primero el elemento bíblico, que condena la homosexualidad y después el elemento pastoral, que es totalmente misericordioso, comprensivo, humano con quienes tienen esta experiencia y que la tienen digamos desde su origen, no es algo que han ido adquiriendo.

Y ante la Iglesia, ¿los homosexuales tienen derecho a exigir igualdad de derechos?
Es que la dignidad humana es como la base de todo, solo que aquí se trae un gran paquete a saber superar. Por ejemplo, el feminismo. Yo estudié ese tema a fondo en el año 92 y lo conozco quizás mejor que muchísima gente y lo resumimos en tres afirmaciones. Hablo del feminismo para aplicar esta manera de pensar al tema que tú me planteas. Primer momento del feminismo se resume así: si el hombre lo hace, ¿por qué no lo puedo hacer yo? Es decir, si el hombre tiene tres mujeres, yo puedo tener tres hombres. El segundo momento es: el hombre tiene todo el respeto y la mujer tiene todas las virtudes. El tercer momento es: solo el diálogo y en comunión podemos resolver esta situación. Aquí entran ya los patrones culturales. Un país como el nuestro es sumamente machista y eso dificulta una manera normal de abordar el tema, pero el principio de dignidad humana es el que tiene que estar a la base.

Vaya, veamos: si muere una persona homosexual, ¿la Iglesia piensa que se va al infierno y que lo tiene bien merecido, o la Iglesia cree quie tiene posibilidad de estar a la diestra del Señor?
Eso es lo que se decía antes y eso dicen muchas sectas, pero eso para nada que ver. Por eso hay que leer esos dos números que te dije y podemos afinar el tema con esos textos que son los oficiales de la Iglesia. Los dos números del catecismo. La Biblia se escribió en un contexto cultural terrible. Recordemos que la Biblia, el libro de los Números, a la mujer la tiene completamente marginada, la considera impura, pero esa era la visión de aquella cultura de aquel momento. Hoy para nada puede afirmarse eso: toda persona puede tener las peores tendencias o esa lucha que puede tener cada día a pesar de eso, que ante Dios es lo que cuenta y quizás va a estar en mejor lugar que los que nos consideramos normales.

¿A la Iglesia le falta actualizarse en algunos temas?
Es que la Iglesia tiene que estar siempre en diálogo con el mundo, aprender del mundo para poder responder mejor a sus reales necesidades; la Iglesia tiene que estar siempre en diálogo con el mundo y escuchar primero para poder responder y eso es un poco lo que caracterizaba a monseñor Romero e igual a monseñor Rivera, que supieron responder en su momento a la historia, y esa es como la regla de oro. En el mundo de las comunicaciones, de las nuevas tecnologías, por ejemplo, la Iglesia quiera encarnarse y hasta hay documento ya sobre eso. Antes condenaba eso y hoy estaría condenando internet si fuera la Iglesia del siglo antepasado.

Y hablando del matrimonio de los clérigos y en el marco de lo que acaba de decir, ¿no es estar en la prehistoria cuando la Iglesia pareciera que, más más que hombres virtuosos, quiere seres sobrenaturales?
Fijate que hay un libro que se llama "La Iglesia del no" y toca esta temática que llamamos "de frontera", como el aborto, la homosexualidad, las parejas divorciadas y vueltas a casar, y va demostrando cómo la Iglesia no siempre supo responder adecuadamente y respondió con "no". A veces nosotros, en nuestro lenguaje, parecemos la Iglesia del "no", y Dios es el dios del sí a la vida, y ahí está nuestra falla de comunicación. Comunicamos una visión como si fuéramos la Iglesia de "¡no, no, no, no!", no educamos para la libertad, por así decirlo, y Jesús nunca condenó. Entonces, ¿cómo puede la Iglesia condenar si es la que presenta la misión de Cristo hoy? ¿Por qué a veces da esa impresión? Ahí es donde hay que examinarse porque a veces el diálogo se vuelve imposible con el mundo y la Iglesia es la iglesia del "sí", solo que en ese "sí" hay que llegar a fondo de lo que es el ser humano, y ahí es donde a veces no logramos el método adecuado.

¿A usted le salió alguna novia cuando ya era sacerdote o hubo alguna mujer que se le acercara? Estoy pensando en este famoso Alberto Cutié...
No. Primero, que entré de 14 años al Seminario. Segundo, en un ambiente menos liberal que el actual. Siempre hay personas que se encariñan de uno, pero si lo ven a uno que está tan firme en su vocación, pues ven que es feliz en lo que está. La experiencia que uno vive lo hace ver que no puede darse el lujo de ser incoherente. Cuento una anécdota del obispo Medardo Gómez. En el año 89, en la ofensiva, varios pastores se fueron del país y él también lo hizo. Volvió cuando pasó todo y un día nos encontramos y me dijo esto: "Ahora comprendo que la Iglesia tiene razón de tener el celibato, y yo quería quedarme aquí con la gente y mi familia no me lo permitió y tuve que irme. Ustedes se quedaron pero no tenían familia". Hizo esta confidencia con sinceridad él. La libertad que da el no tener uno una esposa o unos hijos es total, y entonces uno puede arriesgarse totalmente, que es lo que Jesús nos enseñó. De modo que la Iglesia, cuando mantiene el celibato, tiene esta experiencia detrás. Ahora, eso no significa que no sea a veces difícil, pero cuando uno está ilusionado puede caer en una doble vida, pero cuando uno está ilusionado con lo que es su misión, Dios le ayuda y uno es completamente feliz en ese servicio, aunque tenga momentos muy difíciles.

Si en su manos estuviera, ¿usted favorecería que se dejara en libertad a los sacerdotes para casarse quienes quisieran hacerlo?
Hay una experiencia estadística... después del Concilio, muchos padres dejaron el sacerdocio y se casaron. Se hizo un estudio en Holanda sobre esto y la mayoría fueron matrimonios desastrosos. Conclusión: si yo no soy una persona madura como sacerdote, tampoco lo seré como esposo. Entonces no basta la fórmula mágica "me caso y ya", y yo conozco compañeros míos y amigos míos que viven un calvario o lo viven sus esposas, porque la manera como llegaron a esa opción no fue una manera madura. Yo me he sorprendido porque yo un tiempo pensé que podía ser una gran cosa cuando se permitiera a los sacerdotes tener una familia. Hoy descubro que uno tiene que ser maduro para cualquier opción en la vida. Si hay madurez como sacerdote, entonces uno trata de se coherente porque uno libremente escoge dar ese paso; si uno no es maduro, es frágil y lo va a ser también en una familia que funde. Eso se puede estudiar caso por caso. Hay aquí un libro terrible escrito por un sicólogo que es realmente muy aleccionador si uno lo ve desde otra perspectiva, que indica esas debilidades nuestras como personas que nos llevan a cosas que no van acorde con la vocación que hemos abrazado.

¿Y qué piensa de las mujeres en el sacerdocio?
El criterio es este: ¿qué quiso Jesús? Porque es el criterio máximo. ¿Qué es lo que Jesús pensó cuando solo tuvo apóstoles? Entonces, en el momento actual, la conclusión teológica es: "Jesús pensó siempre en sacerdocio para hombres". No hay elementos para pensar distintamente. Ahora, la cuestión es que en el fondo de esta pregunta hay otra: el sacerdocio como poder. Y, de hecho, muchos grupos feministas combaten esto porque quieren tener el poder que según ellas nosotros tenemos. Entonces aquí hay un error de base: es que el sacerdocio no debería de ser un poder, sino servicio. Cuando no lo hacemos así, claro, él es el que tiene la última palabra y la mujer está sin protestar. La Iglesia tiene que hacer montón de cosas para lograr que la mujer tenga el puesto que le corresponde en la Iglesia. La pregunta es: ¿Eso significa también este camino o no? Por el momento no parece... quizás pase el tiempo y se vea que sí, pero al ponerlo en la perspectiva de poder, estamos en el enfoque equivocado. Ahora, muchas veces ejercemos esto como poder y somos en cierto modo dictadores de almas, y eso no es lo que Jesús quiso.

¿Con cuánta frecuencia se encuentran con sacerdotes a quienes de repente les aparecen hijos?
Depende de países, depende de...

Aquí en El Salvador.
Que hay casos, no lo podemos negar. Yo siento que hay una conciencia creciente en las nuevas generaciones de cómo la gente espera de nosotros otra cosa, ¿no? Pero vamos cargando con esas debilidades todos y tengo que ser humilde para reconocerlas y humilde también para tratar de cambiar. Bueno, gracias.