lunes, 11 de abril de 2016

MONS. MIGUEL MORÁN TOMA POSESIÓN EN LA DIÓCESIS DE SANTA ANA


El apellido "Morán" pesa mucho en la diócesis de Santa Ana. A partir del sábado pesa un poco más. En buen sentido, es decir, uno de los "moranes" es obispo de esa diócesis.

Mons. Miguel Morán, que fue ordenado sacerdote en esa diócesis, el 5 de diciembre de 1981, en plena guerra civil, conoce bien la diócesis y a los sacerdotes, de tal suerte que se supone que hagan un interesante trabajo de conjunto.
Desde el 2 de septiembre del año 2000 hasta el sábado 9 de abril, Mons. Miguel Morán fue obispo de San Miguel. Ahora inicia una nueva etapa en su ministerio episcopal.

Mons. Miguel Morán sustituye en el cargo a quien, hasta el 9 de abril, era obispo ordinario de esa Diócesis, Mons. Romeo Tovar Astorga. El obispo franciscano con amplia trayectoria episcopal: obispo de Zacatecoluca (La Paz) desde el 25 de julio de 1987; obispo de San Miguel desde el 10 abril de 1997; y obispo de Santa Ana a partir del 22 de mayo 1999. Obispo vinculado directamente a la Universidad Católica de El Salvador, en cuya página web aparece hasta la publicación de esta nota, como presidente del Consejo Directivo.

El cambio de obispo en la Diócesis de Santa Ana había generado mucha expectativa, ya que se trata de la segunda ciudad de El Salvador y cuyo presbiterio cuenta con sacerdotes bien formados, muy entregados al trabajo pastoral y con amplio nivel crítico.
Con la entrada en pensión de Mons. Romero Tovar Astorga se cierra el largo ciclo de la ideología anti-comunista en el episcopado salvadoreño, por lo menos lo que respecta la generación que data desde tiempos de la guerra civil salvadoreña (1980-1992). Aspecto que generó muchas fricciones al interno de la Conferencia Episcopal de El Salvador y que por muchos años atrasó el proceso de canonización del actual Beato Oscar Arnulfo Romero.
Se espera que con estos cambios en el episcopado, la Iglesia Católica Salvadoreña, recupere mucho del espíritu profético que ha perdido y retome en sus manos el liderazgo que miles de salvadoreños sumidos en la desesperación que les provoca la violencia anhelan de sus pastores.
Ahora queda esperar el nombramiento del obispo ordinario de San Miguel, la tercera ciudad en importancia en El Salvador; pero importante también por el equilibrio que ese cargo supone en el empuje que pueda tener el recién fundado Seminario Mayor Orscar Romero.

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