Nadie se esperaba que el Papa Francisco nombrara cardenal
a Mons. Gregorio Rosa Chávez. Por diversas razones.
En primer lugar, porque la fecha de su retiro como obispo
era inminente. La fecha canónica prevista era el 3 de septiembre de 2017. En
segundo lugar, nunca se había visto que hicieran cardenal a un obispo auxiliar.
Es la primera vez. En tercer lugar, porque el grado de marginación al que había
sido sometido Mons. Rosa Chávez parecía insuperable.
El contexto del nombramiento coincide con el segundo
aniversario de la beatificación de Mons. Romero y en las lecturas del domingo en
que se conoció la noticia se leyó en la segunda lectura de la misa la frase: «aquello
mismo que os echen en cara, sirva de confusión a quienes critiquen vuestra
buena conducta en Cristo. Pues más vale padecer por obrar el bien, si esa es la
voluntad de Dios, que por obrar el mal» (1 Pedro, 3:16-17).
Efectivamente, Mons. Gregorio Rosa Chávez pasaría a ser
obispo emérito el 3 de septiembre del año en curso. Lo cual quiere decir que el
Papa tuvo que analizar detalladamente el expediente de vida de Mons. Rosa
Chávez y calcular los tiempos de su nombramiento como cardenal.
La figura del nuevo cardenal está estrechamente
relacionada con Mons. Romero. En su diario el beato se refiere a Mons. Rosa
Chávez como su «amigo». Sin duda, Mons. Rosa Chávez es testigo privilegiado del
ministerio de Mons. Romero.

Cuando Mons. Rivera Damas terminó su gestión como
arzobispo, todos esperaban ―excepto sus detractores naturalmente―que Mons. Rosa
Chávez fuera electo como arzobispo de San Salvador. Ello no sucedió y así fue
nombrado Mons. Sáenz Lacalle, de la Prelatura personal del Opus Dei, y
posteriormente Mons. Luis Escobar, de la Diócesis de San Vicente. El tiempo
pasaba y Mons. Rosa Chávez estuvo en segundo plano, al punto de trasladarse ―
¿o ser trasladado? ― a una parroquia para ejercer su ministerio pastoral en
modo ordinario, como tantos párrocos de San Salvador. Se nombraban obispos para
diversas diócesis ― Zacatecoluca, San Vicente, Santa Ana, Chalatenango ― y
nunca los obispos lograron ponerse de acuerdo para darle una diócesis. La marginación de Mons. Rosa Chávez por parte
de la jerarquía de la Iglesia Católica salvadoreña era evidente.
Cuando parecía que su ministerio sacerdotal declinaba,
por causa del peso de los años, sucedió que nos despertamos con la noticia de
su nombramiento como cardenal. Algo que no se podía creer. Así, el que siempre
estuvo en segunda fila, ahora es el máximo exponente de la Iglesia Católica
Salvadoreña.
He aquí algunas consecuencias de su nombramiento:
1.
Por primera vez un salvadoreño podría ser elegido
Pontífice de la Iglesia Católica. En todo caso, puede participar en la elección
del Pontífice.
2.
El nuevo cardenal se entiende directamente con el Papa,
quien haciendo uso de su potestad, escoge a sus hombres de confianza para
gobernar la Iglesia.
3.
De ahora en adelante se le llamará «su eminencia» y no
solo «su excelencia», para dejar clara la distinción de trato que se da entre
un obispo y un cardenal.
4.
El cardenal puede referirse a temas de interés nacional e
internacional sin tener que consultar a ningún superior, ateniéndose
simplemente a la prudencia eclesial que exige su cargo.
5.
Conocerá de los temas políticos nacionales e
internacionales y puede asesorar al Pontífice, si este último así lo requiere.
6.
Ahora los católicos salvadoreños tienen un referente a
quién exponer sus inquietudes como fieles de la Iglesia.
Los detractores de Mons. Rosa Chávez, como es su
costumbre, recurrieron a acusarlo de sostener ideas marxistas o comunistas para
bloquear su carrera eclesiástica. ¡Casi lo logran! Pero en los designios de
Dios el «casi» no existe. En su nombramiento han sido reivindicados muchos
sacerdotes, que por la misma acusación, no han sido promovidos para ser
obispos.
De este modo, El Salvador cuenta con su primer cardenal,
quedando a la vista de la opinión pública la bondad de Dios y la mezquindad de
aquellos que cerraron sus ojos a la verdad.
Se abre una puerta nueva en la historia de la Iglesia
salvadoreña. Muchos han querido y ahora con mayor razón, querrán entrar por
ella. De momento, Roma ha hablado, la cuestión ha sido zanjada.