Mientras
con el pontificado de Francisco, en la Iglesia universal brilla una luz de
esperanza haciendo llamados a ir a los márgenes y a que los pastores deben
tener «olor a oveja». En El Salvador, los resabios despóticos del arzobispo
parecen afincarse, y no nos da tregua con su servilismo a los intereses de
palacio.
El 30
de septiembre, Mons. José Luis Escobar Alas, cerró la histórica oficina de
Tutela Legal, defensora de los derechos humanos y ha despedido a quince
trabajadores, con la única justificación de que este organismo ya no tiene
razón de ser. La decisión y la forma como el arzobispo la ha realizado es
indignante; por una parte, se trata del organismo que ha jugado un papel
histórico en la elaboración del informe de la Comisión de la Verdad y, por otra
parte, el arzobispo ha realizado esta decisión a título personal, tratando como
delincuentes a los trabajadores, sin consulta ni transición alguna.
Es de recordar
que Mons. Escobar ha hecho este cierre de Tutela Legal en el día de cumpleaños
de Mons. Arturo Rivera Damas y en el día que el Papa Francisco decide canonizar
a Juan XXIII, el primero fundador de este organismo eclesial salvadoreño y el
segundo, máximo representante de la renovación de la Iglesia contemporánea en
el mundo. Desde el cielo Mons. Rivera le estará diciendo: ¡pero, hombre José
Luis, qué estás haciendo¡
¿Qué
pretende Mons. Escobar? ¿No es usted el hombre respetuoso y diplomático? ¿No
quedó tranquilo con haber afectado la formación sacerdotal al desmantelar,
junto con Mons. Sáenz Lacalle el Equipo Formador de San José de la Montaña durante
la rectoría del padre Leocadio? ¿No le fue suficiente haber quitado el mural de
catedral y haber permitido que el párroco del Paisnal quitara el mural del padre
Rutilio Grande? Con todos estos actos suyos nos hace ver mal a los cristianos
católicos que creemos en un Dios y en una Iglesia comprometida con la historia
de este pueblo salvadoreño.
Es
vergonzoso que el arzobispo se haga famoso por decisiones como el cierre de una
oficina que ha tenido que ver con la vida de este país; ¿a quién le sirve Mons.
Escobar? No se puede decir que a Dios porque no es cierto, Dios no cierra, sino
que siempre es apertura, y al Santo Padre, mucho menos, porque Francisco dice
que no tengamos miedo; entonces ¿a quién obedece?
Será
que el arzobispo, al igual que algunos líderes políticos actuales, le tiene
temor a la derogación de la ley de amnistía. Los salvadoreños sabemos que la
mayoría de los casos del informe de la Comisión de la Verdad fueron presentados
y seguían siendo investigados por Tutela Legal: Monseñor Romero, Mozote,
Sumpul, entre otros. Hablar de Tutela Legal es pensar en la tradición profética
y comprometida de la Iglesia salvadoreña en favor de los derechos humanos de la
población pobre.
La
historia de la Iglesia en El Salvador le pedirá cuentas, puede darse que al
final de su episcopado se lamente haber afectado la sensibilidad de los
salvadoreños y que este pueblo le otorgue la damnatio memoriae.
Por supuesto, también una
palabra a los vicarios episcopales y curiales en general de la Arquidiócesis,
traten de superar el estado de monaguillos, por favor, no tengan miedo a dejar
sus puestos, que es mejor ganarse un puesto en el cielo que un rechazo del
pueblo sencillo. No olviden las palabras de Francisco: «prefiero una Iglesia
accidentada que una Iglesia enferma».
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