SI NO TENEIS FE NO SUBSISTIREIS (Is. 7,9)[1]
Carta Pastoral
Mons. Constantino Barrera Morales
En
el año de la fe convocado por el Papa Benedicto XVI, desde el 11 de octubre de
2012 al 24 de noviembre de 2013, y en el cuarto mes de mi Episcopado en esta querida
Diócesis de Sonsonate, me dirijo a todos los sacerdotes, religiosos,
religiosas, seminaristas, hermanos comprometidos en la Iglesia y a todos los
que están unidos a Dios por el bautismo.
Con
intensa alegría he vivido los inicios de mi episcopado entre ustedes. Estos
pocos meses han sido fecundos y he visto con ojos de fe la realidad de la
Diócesis. Considero que es la más religiosa del país, con personas nobles y
cercanas. Este honor que tenemos, es en gran medida, gracias a mis
predecesores: Mons. José del Carmen Di Pietro y Mons. José Adolfo Mojica. Es de
señalas que han colaborado grandemente con su dedicación los sacerdotes, los
cuales en su mayoría están trabajando con entusiasmo.
Las
religiosas son numerosas y sirven en el ámbito educativo y en la pastoral
parroquial. Los laicos se esfuerzan en servir tanto en consejos parroquiales,
en movimientos y asociaciones, en pastorales, en pequeñas comunidades
cristianas y hermandades. Existen muchos grupos juveniles y entre todos se ha
ido conformando una Iglesia comunidad familiarizada. Por otra parte, debo lamentar que este departamento, en los
últimos años haya sido de los más violentos, dejando luto y dolor en tantas
familias; existen también muchos hogares víctimas del sufrimiento por la
extrema pobreza y las tragedias, además, los índices de violencia intrafamiliar
son escandalosos.
Con
motivo del año de la fe y comenzando un nuevo año litúrgico, quiero decirles
que en el mundo hay una rica herencia de la fe, pero también nos encontramos
con grandes problemas. Para muchos la fe es algo privado que pertenece sólo a
la Iglesia, en otros es un pensamiento o estudio antropológico religioso. Otros
consideran que la fe no es más que lo irracional opuesto a lo científico;
piensan otro que es una cuestión sentimental o psicológica; son muchos los que
ven la fe como un proceso sociológico, existen también los que recurren al
nombre de Dios…
(Página 3)
…para
determinar deberes y disposiciones del hombre para vivir un estado estético o
ético.
En
la mayoría de líderes religiosos no católicos la fe es fanatismo, otros la
reducen a sentimientos afectivos sin razón y sin responsabilidad. Muchas sectas
abandonan la caridad viviendo sólo emocionalismos. En nuestro ámbito católico,
a pesar de traer este tesoro como herencia y tener grandes testigos de la fe,
en muchos se omite la trascendencia, otros desarrollan un intelectualismo,
varios unen la fe a la superstición y brujería, todavía hay mucha ignorancia
religiosa y no faltan los que buscan a Dios como talismán. Es necesario tener
claro el tipo de fe que nos pide Dios.
ENTENDAMOS
LA FE
La
fe es una palabra que proviene del latín fides[2]
y significa confianza. Bíblicamente es creencia intelectual y a la vez
confianza en Dios, manteniéndose fiel a El. En el Nuevo Testamento la fe está
dirigida a Jesús de Nazareth, en sus palabras, hechos y en su ser personal. La
fuente de la fe es la revelación en la que Dios se nos ha manifestado y de
manera absoluta se ha dado a conocer en la persona de Cristo Jesús. La Iglesia
nos ha enseñado que la fe inicia de la escucha de la Palabra de Dios[3] y se
realiza por la iluminación y acción del Espíritu Santo que otorga a todos. Por
eso la fe es el conocimiento de Dios por gracia suya y vivencia del encuentro
con El.
Ya
decía el Concilio Vaticano I, "La fe es una virtud sobrenatural que con la
ayuda de la gracia de Dios creemos que son verdades las cosas divinamente
reveladas por El, por la autoridad del mismo Dios que se revela y que no puede
engañarse, ni engañarnos"[4].
El
Concilio Vaticano II, habla de la libertad para creer y afirma: "Porque el
acto de fe es voluntario por su propia naturaleza, ya que el hombre redimido
por Cristo Salvador y llamado por Jesucristo a la filiación adoptiva, no puede
adherirse a Dios que se revela en sí…
(Página 4)
…sí[5]
mismo, si atraído por el Padre, no rinde a Dios, el obsequio racional y libre
de la fe"[6].
Por eso los hombres deben ser invitados a la fe para abrazarla y profesarla
libremente. Entonces la fe es ante todo una entrega total de la persona, al Dios
que se dirige a ella en su revelación[7].
El
Catecismo de la Iglesia Católica nos muestra que la revelación no se encuentra
en una especie de vacío, sino en la Iglesia misma que ha recibido la revelación
con la misión de conservarla y transmitirla a todas las generaciones, por eso
para el CEC la fe es asentamiento[8]
de la inteligencia al mismo tiempo que adhesión del entero ser, como un acto
personal y eclesial a la vez. Es decir que la fe es una adhesión personal del
hombre a Dios, aceptándolo libremente con toda voluntad a Dios, que se ha
revelado en la persona de Cristo Jesús. Así la fe es gracia porque parte de
Dios (n 153), acto humano porque es respuesta del hombre (n 154), libre porque
se da en el querer (n 160) y necesaria para la vida eterna (163).
El
Catecismo nos enseña que nuestra fe tiene un sentido Trinitario: Creer sólo en
Dios (150), en Jesucristo (151), en el Espíritu Santo (152).
Por
eso la fe es la respuesta del hombre a Dios, que se ha revelado en Cristo y
éste es el sentido cristiano de la fe, de carácter único y exclusivo, la fe es
la respuesta del hombre al Dios que vino al mundo en Cristo, así se da la
relación inmediata entre Dios y el hombre destinatario de la revelación que
cree, obedeciendo y confiando en lo que nos ha dicho; la fe es también posición
y unión, es diálogo y encuentro que da el paso a
la comunión con Dios.
¿Cómo se expresa la fe en Dios?
El
acto de fe es sencillo, mediante el cual el hombre dice: Creo en Dios que se
manifiesta en Cristo, y en esto queda comprometida toda la persona desde el
núcleo de su ser y de su vivir, en su existir que va al encuentro con Cristo.
(Página 5)
Debemos
creer en Dios, que existe con su soberanía y creer que se revela en su palabra,
con su autoridad y bondad sin límites. Hay que creer voluntariamente en Dios,
de manera absoluta, incondicional y definitiva. Creer con tal fe, porque Él es
el ser personal y único que nos enseña la vedad[9].
CREER
EN CRISTO
Es
necesario precisar y completar qué es lo que manifestamos sobre Dios, que el
Dios Cristiano es Trinidad y que la fe con la que nos dirigimos a él es fe a
Cristo, revelación de Dios y don del Padre en el Espíritu Santo.
El
fin y objeto de la fe, es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo revelado en Cristo
Jesús. Es Cristo quien nos da a conocer el misterio del Padre y su amor, Cristo
es el enviado y mensaje, en él Dios sale al encuentro de los Hombres[10]
y en él tenemos los hombres acceso a Dios y a la vida trinitaria.[11]
«cuando nosotros estamos "en Cristo",
cuando miramos al Padre con él, cuando obedecemos y amamos con él, solo
entonces estamos "frente al Padre"»[12]. La
fe cristiana es una adhesión personal, obediente y fiel a la persona de
Jesucristo, hijo de Dios, palabra[13]
divina expresada desde la Encarnación en el seno virginal de María. Creer en
Cristo es hacerse miembro de su cuerpo, porque la fe es entrega en Cristo
Salvador, por eso es necesario el acto interno de la fe. La fe cristiana se
distingue por la respuesta del hombre a Dios que se comunica como un YO a un
tú, entregándose y pidiendo una respuesta.
FE
ESCATOLÓGICA
La
fe teologal es la acogida de la verdad revelada por Dios Uno y Trino en la
persona de Cristo. Creer en Dios es tender a Dios, caminar a través de los
acontecimientos de Cristo como único camino posible y válido para llegar el[14]
encuentro definitivo con El. Se cree en la persona de Cristo, pero se debe
conocer la voluntad de él para alcanzar la salvación.
(Página 6)
Se
debe saber [que] el destino de nuestra fe y el
fin último de todo nuestro creer es precisamente alcanzar la vida eterna. Para
tender siempre a Dios la fe es mezclada con el amor. Hay que creer amando,
amándolo a Él y amando al hermano, solo así se vive en Dios[15]. La
fe en sentido propio va acompañada de la esperanza y la caridad, por eso la fe
se anima o se debilita dependiendo de las acciones y la confianza en Dios como
fundamento de la verdad definitiva. Dios es el centro, fundamento y fin de la
fe, que es correlativamente conocimiento confianza y comunión definitiva con
El.
FE
Y TESTIMONIO
La
fe se manifiesta comunitariamente, el ejemplo se da a la sociedad por medio de
la vida cristiana, con el modo de obrar. La fe cristiana no es individualista,
es necesario dar testimonio de ella. El testimonio es para el que no ha visto y
tiene lugar por la palabra y por la vida. Por eso la revelación de Dios se ha
dado por palabras y hechos unidos entre sí. De esta manera el testimonio
cristiano se manifiesta en la coherencia entre lo que cree, lo que profesa y lo
que vive, solo así surge la credibilidad.
El
testigo habla de otro, así Cristo se hace presente en la Iglesia, por la
caridad y la fuerza transformadora del testigo y la realidad en la que vive, es
necesario dar testimonio de fe, esperanza y caridad. Es necesario una
identificación entre fe y caridad ya que en esta unión hay un crecimiento y
aumento de salvación. Hoy se pide al sacerdote, religioso y laico comprometido
hablar con fe desde un verdadero testimonio para la credibilidad de la
evangelización, "La evangelización de los no creyentes presupone la
autoevangelización de los bautizados y también de los diáconos, presbíteros y
obispos, la evangelización se hace por testigos…con la vida"[16].
FE
Y EXPERIENCIA
La
fe es una forma de conocer los misterios de Dios, pero de alguna manera esto se
prolonga en la vida, por eso hay una estrecha…
(Página 7)
…relación
entre la fe en Dios y la experiencia cristiana. El Beato Juan Pablo II nos habla
de esta experiencia de fe cundo se refiere al Concilio Vaticano II y dice: "Con
el Concilio, la Iglesia vivió, ante todo, una experiencia de fe, abandonándose
a Dios sin reservas, con la actitud de quien confía y tiene la certeza de ser
amado"[17]. Sin experiencia la fe está muerta, y sin fe la
experiencia estaría vacía. La experiencia cristiana es la vivencia de la fe,
afecta la totalidad de la persona en la cercanía familiar, en el trato con los
demás y el compartir los misterios de Dios en el ámbito eclesial. La revelación
de Dios es para ser recibida y percibida en nuestras experiencias humanas, en
la convivencia fraterna, en las que descubrimos a Dios que está presente. Es
necesario tomar caminos en los que se encuentre Dios para vivir la fe y
comprometer la vida.
IGLESIA
Y FE:
La
Iglesia existe por la acción de la revelación, sabemos que la Iglesia es el
ámbito de la revelación y ella es creyente por recibirla; es en la Iglesia y
por medio de ella podemos decir: Yo creo en Dios.
Hay
que conocer más a la Iglesia como lugar de fe, objeto de la fe, su relación
esencial con la revelación y su carácter Divino. La Iglesia es querida por Dios.
Es prevista y comenzada por Cristo en la historia[18]. En
la Iglesia, pueblo de Dios y cuerpo de Cristo, habita el Espíritu Santo que es su fuente de vida.
Es
necesario creer que existe la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica,
que se refiere a la Santísima Trinidad y de ella recibimos y en ella
depositamos nuestra fe. La Iglesia que es servidora del Reino, tiene un
carácter familiar, es la familia de todos los que invocan a Dios como Padre, en
ella es confesada la fe. Creer en la Iglesia es tener fe en la acción de Dios
en ella que es cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo, por eso debemos
mantenernos fieles a Cristo, pues somos sus miembros[19] y
colaborar…
(Página 8)
…en
sus funciones con nuestros carismas y misiones recibidas, pero teniendo el
cuidado de que el ejercicio de estas tareas no anulen nunca la dignidad de los
hijos de Dios, sino que por el contrario, la promueven.
FE
Y LITURGIA:
La
Liturgia es la celebración de la fe y realiza el encuentro con Dios. La primera
manifestación de creer en Cristo es la oración. La liturgia no anula la oración
ni la oración personal sustituye la liturgia. Lo
nuclear de la oración es: "Creo en ti", "Tú eres el Hijo de Dios
vivo" y [en cambio] la liturgia es para que
la comunidad reunida en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
tribute su alabanza agradecida a Dios en Cristo Jesús por la acción del
Espíritu Santo.
La
fe es fuente de la oración y a su vez la oración es fuente de acción litúrgica.
En la verdadera acción litúrgica todos debemos tener parte porque es la acción
de Dios mismo, él es el que actúa y hace lo esencial de la Liturgia. La fe es
confesión, y oración en Cristo y el misterio de nuestra salvación. Confesamos
los misterios y vivimos de ellos. A través de las palabras, signos, objetos y
espacios sagrados la Iglesia hace presente a Cristo y su obra salvadora de la Iglesia
en cada uno de los creyentes; por eso la participación en la liturgia es para
todos una expresión de la fe. "La liturgia,
por cuyo medio se ejerce la obra de nuestra redención obrada por Cristo Jesús
expresa y manifiesta a los demás el misterio de Cristo, la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia"[20].
La
liturgia es el alma de la Iglesia, sin ella sería un gran movimiento histórico
con sólida institución social. Facilitemos la liturgia con mejor preparación
ambiental y un buen mensaje, motivando a cada miembro de la asamblea cristiana
en la alabanza comunitaria, con expresión gozosa de la fe celebrada. No
descuidemos el canto litúrgico y evitemos caer en sentimentalismos, que son
expresión de una fe mal formada.
(Página 9)
CONCLUSIÓN
La
vivencia de la fe a lo largo de la vida varía según las personas y circunstancias.
Muchos cristianos no han apagado la fe por su formación, oración y práctica de
la caridad; otros se han quedado con una fe pasiva y muchos la han perdido por
circunstancias que no siempre se pueden identificar. Ante esta realidad es
necesario: Que en la Diócesis se busque ser Iglesia
evangelizada y evangelizadora para lograr la transformación, la unidad y la
paz.
Es
urgente una buena catequesis bien fundamentada que supere el trámite para los
sacramentos que corren el riesgo de mezclarse con eventos sociales. Una
catequesis debe tener verdadera formación según las edades, sin caer en el
riesgo de aplicar la misma medida con los que ya están formados y cercanos a la
Iglesia. Tampoco debemos descuidar a los allegados por buscar a la oveja perdida.
Es
importante tener voz de buen pastor, que los sacerdotes y párrocos enseñemos
con el ejemplo para que las personas puedan comprender el llamado de Dios y su
amor, para que experimenten el gusto y la alegría por la Palabra de Dios[21]. A
veces nuestra voz tiene un tono demasiado moralizante olvidando que sólo desde
la vida que brota del Espíritu tiene sentido las exigencias de la moral
cristiana. Las homilías son a veces improvisaciones y se cae [en] el círculo vicioso de hablar de lo mismo sin
fundamento de fe.
Se
necesita espíritu misionero en todos los católicos de nuestras comunidades,
asociaciones y movimientos, tener disponibilidad para atender a los demás,
invitándolos a la Iglesia amigablemente, escuchando a los jóvenes con
paciencia, dialogando cariñosamente con los adultos, especial atención a los
niños, futuros herederos de la Iglesia; sin descuidar la atención a los
ancianos y con problemas de salud. Hay que facilitar la liturgia a todas las
comunidades, por muy pequeñas, pobres o lejanas a la sede parroquial, y, si no
hay capillas buscar dónde celebrar para procurar el bien pastoral.
(Página 10)
La
Iglesia no debe olvidar la atención a los pobres y sufrientes, hay que ayudar a
los necesitados porque en el pobre, el marginado y en el vulnerable se
encuentra Cristo personalmente y es a la
vez una exigencia evangélica[22].
Hay
que fomentar la lectura frecuente de la Biblia, palabra de revelación directa
de Dios, ella es la revelación divina y de ese conocimiento de amor nace la fe[23].
El
Papa nos invita a conocer el Concilio Vaticano II que ha traído gran renovación
en la Iglesia, recordemos que el Concilio se propuso: promover el desarrollo de
la fe católica, lograr una renovación moral de todos los cristianos y adaptar
la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo.
Hay
que estudiar el Catecismo de la Iglesia Católica porque ahí está la enseñanza
de la Iglesia. Por medio de él se nos ilumina en la fe, en las enseñanzas
morales y cristianas y en la vivencia de los sacramentos.
Vivir
con entusiasmo la vocación, siendo cristianos de viva fe, con sólida
espiritualidad, de caridad y misericordia. Pido encarecidamente a los grupos,
movimientos, asociaciones, hermandades y cofradías promover el diálogo,
buscando la unidad, fomentando la fraternidad y la armonía y con deseos de
formación permanente.
Impulsemos
en todas las parroquias la pastoral familiar, ya que la familia, Iglesia
doméstica, es el primer valor y patrimonio de la humanidad.
Trabajemos
por la consolidación de las comunidades eclesiales de base, con el modelo de
las primeras comunidades cristianas que son el primer y fundamental nivel de la
Iglesia[24]…
(Página 11)
Que
con renovado interés trabajemos desde las parroquias por alcanzar una buena
pastoral vocacional que ayude a los jóvenes en el discernimiento del llamado de
Dios a la vida sacerdotal, religiosa, matrimonial o a la soltería, dando testimonio
de Cristo y brindando un adecuado acompañamiento[25].
Por
último, conocer la vida de los santos que nos dan verdadero ejemplo de fe y
sobretodo reflexionar en el prototipo o paradigma de la Iglesia, la Virgen María.
Que
nuestra madre santísima, la Virgen de Candelaria interceda por nosotros y nos
ayude a caminar a la luz de la fe.
Sonsonate,
2 de diciembre del 2012, primer domingo de Adviento.
Mons.
Constantino Barrera Morales
Obispo
de la Diócesis de Sonsonate.
(Página
12)
[1] Lo que está resaltado
en color rojo se usa para ayudar a la lectura del documento. Los comentarios en
color rojo en las citas a pie de página no forman parte del texto original. Lo
que está entre corchetes en el cuerpo del documento no forma parte del texto
original.
[2] La cursiva
es nuestra. En el original aparece en formato normal. Es importante no olvidar
la palabra griega pistis, con que la
Biblia designa la palabra fe. La fides está
más vinculada a traducción latina y, por tanto, debe cuidarse de que no decante
en la fidelitas, palabra más cercana
al derecho romano que a la Biblia.
[3] Cf. Rm 10,17.
[4] DENZINGER n. 3008-1789. El texto corresponde
ciertamente al n. 3008, en cambio, el n. 1789 no parece corresponder. La
versión del año 2000 del Denzinger dice: «es una virtud sobrenatural por la
que, con inspiración y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero lo que
por Él ha sido revelado, no por la intrínseca verdad de las cosas, percibida
por la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios que
revela, el cual no puede ni engañarse ni engañarnos», cfr. H. Denzinger – P.
Hünermann, El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion
Symbolorum Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum, Herder,
Barcelona 2000, n. 3008, p. 767.
[5] Este
«sí» aparece repetido en el texto original, sin duda es un error tipográfico.
[6] Dignitates Humanae, n. 10. La primera palabra
debería decir: Dignitatis.
[7] Cfr.
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 160.
[8] Sin duda
aquí tenemos un error. El Catecismo de la Iglesia Católica, citando el Vaticano
I, habla de «asentimiento»: «el asentimiento
de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu» (cfr. CEC, n.
156; Dz 3008-3010). El «asentamiento» normalmente se refiere a grupos de
personas situados provisionalmente en un lugar determinado, mientras se les
encuentra una morada más estable.
[9] Habría
que entender bien este párrafo. Probablemente el redactor cuando afirma que
«Debemos creer en Dios», quiere decir «estamos llamados a creer en Dios», pues
de otro modo no se entiende lo que viene luego en el mismo párrafo, es decir,
«Hay que creer voluntariamente en Dios». Por otra parte, no hay que olvidar que
quien cree es un ser limitado —el ser humano—, mientras lo absoluto es lo que se
cree —Dios y su revelación. Hay que distinguir la fe, en cuanto acto en que se encuentran el Dios que se
revela y el ser humano que asiente a la revelación y los contenidos de la fe, como depósito de lo que hay que creer. Véase
el documento Porta Fidei, n. 10: «En
este sentido, quisiera esbozar un camino que sea útil para comprender de manera
más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso,
el acto con el que decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a
Dios. En efecto, existe una unidad profunda entre el acto con el que se cree y
los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento». La totalidad de la entrega no ha de
confundirse con la absolutez que ostenta Dios, al cual nos estamos entregando.
Lo primero es un acto que implica toda nuestra libertad, lo segundo implica el
misterio. El acto de creer no puede ser absoluto porque forma parte del don de
Dios al hombre. La «la fe absoluta» es una categoría muy utilizada en los
ámbitos protestantes.
[10] En el
original «hombres» aparece escrito con la «H» mayúscula.
[11] Al
puesto del punto, convendrían mejor escribir dos puntos.
[12] R. GUARDINI, La Esperanza
Cristiana de la fe. P 32s. La cita también se la puede
encontrar en C. IZQUIERDO, Creo, creemos.
¿Qué es la fe?, Rialp, Madrid 2008, p. 105.
[13] La letra
«H», así como la letra «P», sería mejor escribirlas con letras mayúsculas, pues
se refiere al Hijo de Dios y no al texto bíblico. No se debe olvidar que el
concepto «palabra» es analógico y su analogado principal, en el caso de la
revelación bíblica, se refiere a la segunda persona de la Trinidad así como
toma cuerpo en Jesucristo. Sobre estas distinciones, cfr. Verbum Domini, n. 7.
[14] Seguramente
se quiere decir «al encuentro».
[15] Mt 22,37.40.
[16] Sínodo extraordinario de 1985.
[17] JUAN PABLO II, discurso sobre la
aplicación del Concilio Vaticano II, pronunciado en marzo del 2000 en el
Vaticano.
[18] Mc 3,13; Mt 16,18.
[19] Rom 19,17.
[20] Sacrosantum Concilium n. 2. La primera palabra debe decir sacrosanctum.
[21] Dei Verbun n. 5. La segunda palabra debería decir Verbum.
[22] Mt 25,31ss.
[23] Rom 16,26; 2Cor 10,5.
[24] Hch 2,42ss.
[25] Medellín 15.10 y 11, LG 26.
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