CATEDRAL DE SAN MIGUEL
En El Salvador, según el desenvolvimiento normal de
los tiempos canónicos, hay una Diócesis que va a necesitar nombramiento de
nuevo obispo: San Miguel.
Actualmente, esa Diócesis está siendo administrada por el sacerdote Emilio Rivas.
Pbro. Emilio Rivas, administrador de la Diócesis de San Miguel
San Miguel, junto con San Salvador y Santa Ana, son las tres diócesis con las cuales se configuró históricamente la Iglesia salvadoreña. Por tanto, esta sede tiene un peso importante en el panorama eclesial salvadoreño. Con una buena parte de clero joven, puede aportar mucho a la renovación del proceso evangelizador en El Salvador. Además, es la tierra que vio nacer al beato Oscar Romero. De modo que este año es importante, dado que se estará celebrando el centenario de su natalicio, el 15 de agosto. Los ojos de todo el mundo estarán puestos en esta diócesis. Por otra parte, San Miguel ha apoyado decididamente el Seminario Mayor Oscar Arnulfo Romero, ubicado en el territorio de la Diócesis de Santiago de María y que alberga fundamentalmente seminaristas de cuatro diócesis: Sonsonate, Zacatecoluca, Santiago de María y San Miguel. Son muchas las razones que hacen destacar la importancia de dicha diócesis.
El actual Código de Derecho Canónico, en el canon
401, parágrafo 1, establece que, «el obispo diocesano que haya cumplido setenta
y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo
Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias».
OBSERVACIONES ACERCA DE LOS CAMBIOS DE OBISPOS EN EL
SALVADOR
El cambio de obispo en una diócesis siempre entraña
un sentido de esperanza, en la línea de esperar algún tipo de innovación
pastoral o evangelizadora en el nuevo obispo que llega. Esta esperanza cobra realidad
o termina con ella en el primer año de gestión, cuando se tienen claras las
líneas y las posibilidades reales del obispo que ha llegado.
Al respecto el clero diocesano se ha expresado en
diversas ocasiones acerca del perfil de obispo que, según ellos, debe tener el
sacerdote que sea nombrado obispo para una diócesis. Quedando salvados los requisitos
que pide el Derecho Canónico, algunos de esos elementos son los siguientes:
1.
QUE SEA SACERDOTE
DIOCESANO. Con este criterio se va contra la tendencia de nombrar, en modo
injustificado, obispos del clero regular, es decir, religiosos. Esto no es una
petición artificiosa o mal intencionada, en el sentido de bloquear a los
sacerdotes religiosos. En El Salvador actualmente hay tres obispos religiosos. Un franciscano: Elías Rauda (San Vicente). Un salesiano: Elías
Bolaños (Zacatecoluca) y un carmelita: Mons. Oswaldo Estéfano Escobar Aguilar (Chalatenango). Últimamente, los nombramientos de obispos han favorecido a los diocesanos, pues antes habían cuatro religiosos, ahora hay tres. Tratándose de un país tan pequeño, estos tres obispos
corresponden prácticamente al 30% de las sedes disponibles. Lo que se había criticado es la tendencia al monopolio episcopal, sobre todo de parte de los
franciscanos, como era evidente. Esta tendencia se ha detenido, quedando solamente un obispo franciscano.
Al interponer este criterio se ha llegado incluso a
pedir que el sacerdote nombrado sea de su propia diócesis, no traído de otra parte,
para asegurar la continuidad en el proceso pastoral y evangelizador.
2.
QUE NO SEA
EXTRANJERO. Es decir, que haya nacido en El Salvador y que no sea simplemente
nacionalizado salvadoreño. Esto actualmente se ha superado totalmente, puesto que todos los obispos son salvadoreños.
Estos son los dos elementos más notorios en las tendencias
actuales, pero se nombran muchos otros que están vinculados directamente al
modo cómo se ejerce el episcopado y a la preparación de los candidatos.
En varias ocasiones, los miembros de la Cooperativa
de Sacerdotes “Ars”, mejor conocida como COOPESA, han escrito cartas al
Vaticano, pidiendo obispos cercanos al pueblo y que apoyen al clero diocesano.
En la práctica, esta ha sido la única institución capaz de hacer notar la
importancia de la pertinencia en el nombramiento de nuevos obispos, muchas veces,
andando contracorriente a obispos procedentes del clero religioso, que han
llegado a afirmar que los sacerdotes (diocesanos) son un «obstáculo para la
evangelización» (la frase fue dicha por Mons. Elías Rauda).
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